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jueves, 25 de octubre de 2012
Crítica de discos: Fear Factory - Demanufacture (1995)
La entrada de hoy es una de esas que no están regidas por la novedad, ni la relevancia, ni la originalidad. Simplemente el capricho personal de un servidor, que no puede dejar pasar una de los mejores discos de los 90, una de las obras maestras del Metal Industrial, ese género tan infravalorado. Y me permito esta soberbia, queráis o no, porque es uno de esos álbumes que desde el primer segundo sabes que es especial, que te atrapa sin remedio y sigues escuchándolo insistentemente, y ni que decir tiene el significado especial que tiene para mi este disco.
Si, y digo esto plenamente consciente de que es un movimiento suicida pues acabo de borrar gran parte de la objetividad al reseñar este disco. Pero es que cuando una obra consigue exactamente lo que pretendía, no hay más que hincar la rodilla y quitarse el sombrero. Porque los californianos funcionan como una máquina letal, sin fallar una sola cuchillada, cada una de las piezas del engranaje hace su trabajo a la perfección y no hay ni una sola nota, ni un solo ambiente fuera de lugar.
No es casual que los compañeros de profesión de Fear Factory alabasen su segunda obra, ni que el público también haga lo mismo. Incluso la crítica tuvo que rendirse a la evidencia.
También porque es un disco seminal, de esos que enterró la semilla y sus frutos siguen floreciendo hoy día. ¿acaso no nos suena la manida combinación vocal de gutural y melodía, o los riffs cortantes? Por no hablar de todas las bandas de Metal Industrial actuales que le deben mucho no sólo a este Demanufacture, sino a Fear Factory en general. Desde Sybreed a The Amenta, y tampoco sería raro decir que Al Jourgensen cogió unas cuantas ideas para la versión más agresiva de Ministry.
Se suele decir que Fear Factory es una banda de puente, de esas que ayudan a que los menos iniciados en un estilo puedan acceder a los intocables de dicho género. Lo cual es una afirmación completamente cierta, no sólo en términos de popularidad, sino en el ámbito puramente musical. Porque las raíces de la banda se hunden hasta llegar a los mismísimos Godflesh. Buena prueba es la fantástica versión de Dog Day Sunrise, un tema bastante positivo (para el género del que hablamos), creado por Head Of David, un proyecto olvidado de Justin Broadrick. Independientemente de los que hiciesen Fear Factory después, es innegable que sabían muy bien lo que hacían, muy conocedores de toda la escena Industrial y que tan bien supieron trasladar a su primigenio Death Metal.
Tampoco podemos ignorar al quinto miembro de la banda, siempre en un injusto segundo plano. Hablo del hombre tras los teclados y además productor, Rhys Fulber otra referencia dentro del mundo de la música industrial. Un hombre con un Curriculum nada desdeñable, que incluye ser una de las cabezas pensantes en Front Line Assembly, ha trabajado con Paradise Lost, Nailbomb... por no hablar de las remezclas que ha hecho a bandas como Megadeth.
El y su teclado son los responsables de la magnífica atmósfera que respira el disco, que transmite esa frialdad propia de una máquina. Capaz de generar gélidas introducciones como la de Demanufacture, H-K, o A Therapy For Pain, cuando es preciso, pero siempre es un elemento de acompañamiento indispensable. No roba demasiado protagonismo pero sería imposible que el álbum sonase así sin el.
Además tanto Burton C.Bell, como Dino Cazares y Raymond Herrera se encontraban en estado de gracia.
Como decía un amigo mío "lo de Dino tiene mérito, con tanta distorsión y que sea capaz de construir un sonido tan limpio". Y es que Dino se luce aquí de sobra con sus riffs machacones y repetitivos, sin solos, pero es que el objetivo es dejarte pegado al suelo, porque no se busca la virtuosidad, sino la contundencia. Algo relativamente nuevo si tenemos en cuenta de que veníamos de una generación donde el guitarrista más rápido ganaba, y no necesariamente tenía que ser el mejor.
También podría hablar maravillas de Raymond Herrera, ese hombre que a pesar de usar triggers, siempre intentó tocar como la batería programada de Godflesh desde su humilde condición de humano, y muy pero muy cerca se quedó. Más de un batería ha aprendido a tocar gracias al impresionante ejercicio de técnica que muestra Herrera a lo largo de los 11 temas.
Y como no, aunque Burton C.Bell acierte cuatro notas hoy día, que su voz tenga mil retoques de estudio... aquí funciona perfectamente. Tanto es así que nos da los mejores momentos del disco, con las partes finales de Zero Signal o Pisschrist, posiblemente la mejor de todo el disco, algo bastante meritorio teniendo en cuenta que no hay un solo segundo de relleno, otra cosa es que unos temas hayan tenido más repercusión que otros...
Alguno pensará que le estoy dando demasiada bola al disco, pero es que así es como debería ser el Metal Industrial. Frío, mecánico, machacón... y podría destriparos cada uno de los riffs del Demanufacture de tan grabados que los tengo en mi cerebro, pero creo que esta vez es mejor que el que no lo haya escuchado se sorprenda por sí mismo, y por otro lado, quien haya escuchado esta maravilla mil veces creo que no le contaré nada nuevo.
Nota: 9'5
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lunes, 9 de enero de 2012
Crítica de discos: Strapping Young Lad - City (1997)
Pocas, muy pocas veces un disco me engancha de una manera tan brutal desde el primer segundo, podría poner otros ejemplos como el In The Nightside Eclipse de Emperor, el Damage Done de Dark Tranquillity o el Demanufacture de Fear Factory. Precisamente mucho tiene que ver con este último, si el trabajo de los americanos era un Metal Industrial bastante embrutecido, con mucho de Thrash y Death, la obra de los canadienses en teoría tiene los mismos elementos, pero es más salvaje y enloquecido si cabe. Aunque hay que tener en cuenta quien es la cabeza pensante de esta banda: Devin Townsend, un virtuoso de la guitarra con un retorcido sentido del humor y que se hace lo que le da la gana con su música, lo que le da la gana, literalmente. Pero además es un tio muy listo y hace algo que muy pocos hacen: ordena las miles de ideas que tiene. Parece una obviedad, pero no lo es tanto. El señor Townsend en cuanto tiene una idea lo agrupa bien, en su carrera en solitario, la cual ha soltado discos bastante dispares, en su proyecto que tiene su mismo nombre, donde también ha sacado discos completamente opuestos, y por si fuera poco, antes teníamos la Devin Townsend Band que hacían un Heavy Metal bastante más relajado que la que es su banda más conocida y de la que hablo ahora. Para quien no lo sepa, el señor Townsend sufre de bipolaridad, lo cual, se podría decir que es bueno para nosotros, así se explica que haga cosas tan dispares y como SYL pueda ser la auténtica locura que es. Porque bajo una base de Metal Industrial mete Thrash, Death, Black, Grindcore y cualquier otra cosa que se le ocurra. Así los cuatro primeros temas son una auténtica máquina de matar. Desde los golpes metálicos con los que arranca Velvet Kevorkian, el bizarro y corto himno industrial que nos enlaza a All Hail The New Flesh, sabemos que esto no es normal. Un Metal Industrial extremadamente furioso, que se alimenta muchísimo del Thrash que cuenta incluso con algún estribillo melódico, gracias a la voz de Townsend que decide darse un microdescanso entre tanto grito con su voz rasgada, pero esa es la única paz que vamos a encontrar por el momento, porque Oh My Fucking God es posiblemente la más enfermiza de todo el álbum, con un Townsend que masculla sílabas a una velocidad imposible y un final de locura que está entre el Grindcore y el ruido (o las dos cosas). Tal vez la más equilibrada sea Detox, y puede que tal vez sea la mejor del disco. Una primera parte más industrial pero con esos coros tan típicos de bandas como Anthrax, mientras que la segunda parte recuerda más al Groove Metal que tan de moda estaba y que practicaban Pantera y Machine Head, todo ello con ciertas concesiones a la melodía, aunque también enterrada entre capas de mala ostia, realmente mezclar este álbum no debe haber sido fácil.
Home Nucleosis es otra de las cafrerías del álbum, arranca con un blast-beat que la única misión que tiene es desfigurarte de la impresión. Dos minutos y medio de rapidez y de mala leche que se compensan con AAA, algo más tranquila y con un estribillo bastante pegadizo, que a mi parecer cae en la repetición, un pequeño altibajo en el álbum, pero el nivel es muy alto.
Mientras que Underneath The Waves será otro tema que tirará de nuevo por los territorios del Thrash (siempre con esa base de Metal Industrial de la que hablamos), no es tan alocada como algunas de las anteriores, tema que recuerda a bandas que fusionaban o fusionan el Thrash y el Industrial como Nailbomb y Ministry.
Para la recta final dejamos los temás más relajados del disco. Tenemos Room 429, versión de la banda de Rock Industrial Cop Shoot Cop. Esta versión, a parte de aportar tranquilidad tras el enorme torbellino de mala leche que hemos tenido, tiene un aire más exótico, si puede decirse, gracias en gran parte a los sintetizadores que usa. Un tema variado entre tanto caos.
Para acabar encontramos Spirituality, que hace honor a su nombre, un tema tranquilo (comparado con todo lo que hemos pasado) que nos recuerda a los Fear Factory más atmosféricos. Toda una joya y una manera perfecta de finalizar el álbum.
Sin embargo en la edición japonesa y la reedición incluyen otro tema, que ha quedado injustamente olvidado, hablo de Centipede el tema que más suena a Metal Industrial puro y duro, con esa atmósfera futurista que caracteriza al género. Posiblemente este sea el tema más ortodoxo de todo el disco, o el que al menos sigue más respeta los estándares del género. Gran tema y que como todos, merece ser escuchado en abundancia, al igual que el resto de canciones, porque este es un disco redondo, ni un sólo tema malo, tal vez la cierta repetición que he notado en Underneath The Waves, pero como veis, hay que rebuscar muchi para encontrar algo malo, e igual ni lo encontrais, todos los temas tienen un nivel altísimo. No me equivocaría a decir que este es álbum que habrían hecho Ministry hasta arriba de coca y speed, y aún así se quedaría muy cerca, porque le falta ese puntito de locura que lleva a SYL más allá y que los hace tan únicos y temerarios. Unos canadienses que decidieron mearse en los límites, y vaya si lo consiguieron.
Nota: 9'5
lunes, 25 de julio de 2011
Crítica de discos: Godflesh - Selfless (1994)

Toca hablar de una de esas bandas que no han recibido a lo largo de su historia el trato que se merecen, ya sea por no haber cambiado hacia un sonido más accesible, tener poca promoción, o vete tú a saber. En fin, Godflesh no son la banda más "underground" que existe, no son de esas que se consideran de "culto" porque han sacado cuatro demos mal contadas. Todo lo contrario, han dado lugar a una discografía muy prolífica. El problema es que uno tiene que estar metido en todo el rollo experimental o industrial. Pero cuando digo industrial no me refiero a Marilyn Manson, ni Rammstein, ni demás bandas con dicha etiquetas, que venden miles de discos, y que, admitámoslo, con el rollo de circo que se traen (ojo, que montar espectáculo se les da de puta madre, que no tiene por qué ser malo) han perjudicado la imagen de lo que es Metal Industrial. Con lo que el metalero de a pie, nada más oir la palabra industrial, se imagina a Marilyn Manson montando algún numerito. Con lo que, volvemos a lo de antes, la gente decide no adentrarse en estos terrenos. Tal vez sea una de las razones por las cuales Godflesh no hayan tenido tanta repercusión como deberían. Aunque también, la banda de Justin Broadrick y G.C. Green, ha puesto su granito de arena para que esto pase.
Me explico: no creo que el oyente habitual de Rammstein escuche Godflesh, a pesar de que ambos se encuadren en el mismo género, incluso alguien acostumbrado a bandas como Dismember o Cannibal Corpse, encontrará un plato difícil de digerir. Ya ni hablemos de los que suelan escuchar Metal moderno, sobreproducido, con esas baterías llenas de triggers (que la verdad, nunca he entendido la fascinación que tienen ahora todos por fijarse en la batería de un modo exagerado, con inacabables conversaciones sobre si tal batería es mejor que el otro porque toca triples bombos con las manos).
Godflesh son una banda árida, de esas querequieren escuchas para acostumbrarse a su sonido, como una máquina que se lo traga todo, que avanza imparable. En pocas palabras, Godflesh son capaces de crearte fácilmente un dolor de cabeza descomunal, si no estas acostumbrado y te escuchas un álbum de un tirón (como un servidor, que se le ocurrió empezar con el Pure, que es uno de los más densos.) Es por eso que me he decantado por el Selfless, porque es uno de los relativamente más accesibles, que hace más concesiones a la melodía. Pero sigue siendo igual de pesado y bestia, y que puede espantar a más de uno por su densidad.
No es un disco que facilite la escucha, las guitarras repetitivas de Broadrick, junto con la sección rítmica aplastante del bajo de Green y la máquina de ritmos, hacen de este Selfless una experiencia un tanto dificil desde el primer minuto de Xnoybis. Tan sólo los teclados en ciertos momentos suponen un breve descanso a la taladradora sónica que son Godflesh.
Muy pocos descansos vamos a encontrar a tanta brutalidad, como el extraño zumbido ambiental al final de Bigot, que parece sacado de cualquier Silent Hill.
Como dije al principio, hay más melodía de la que lo británicos suelen ofrecer, como en Black Boned Angel, donde Broadick da algo de respiro, dejando de usar guturales, para pasar a un registro limpio, y que con unos riffs un tanto melódicos dan cierta sensación de melancolia, que para una banda que parece decir constantemente: "te vamos a comer el cerebro", mucho es.
Pero vamos a seguir encontrando, como no, ese lado tan machacón que hace que una canción de corta o media duración parezca que dura el doble para nuestra maltratada mente, como en Anything Is Mine o Empyreal (que vuelve a ese tono melancólico mencionado anteriormente).
Aunque como toda banda, Godflesh también tiene su "hit", vamos el tema por el que lo conoce todo el mundo. Me refiero, ni más ni menos a Crush My Soul, que debe su fama a Kirk Hammett, que se encaprichó del director del bizarro video de la canción (Andrés Serrano), para que les ilustrase la portada del infame Load. Mientras que en lo puramente musical, posiblemente sea la canción que mejor resuma el sonido de los británicos sin tener que dar jaqueca. Eso sí, tras esta concesión volvemos a lo que a ellos les mola, las guitarras repetitivas y la rítmica machacona (vaya trabajo que hace el señor de las cuatro cuerdas) de Body Dome Light, Toll y Heartless.
Pero para acabar bien el disco, o lo que es lo mismo, más merados de lo que ya estamos, llegamos a las canciones más experimentales del álbum. Primero tenemos a Mantra, que abusa conscientemente de los sintetizadores para crear una sensación inquietante en el el oyente, y para poner la guinda, uno de los temás más extraños que he escuchado. Nada más y nada menos que 23 minutos dura Go and Spread Your Wings, de los cuales los 4 primeros son para una inquietante introducción, para después devolvernos a unos Godflesh más ralentizados, y más pesados aún si cabe (¿Doom Metal Industrial?), con el objetivo de hacernos perder los nervios, y para rematar la faena y nuestra cordura, a partir del minuto 14 comienza una larga parte ambiental, que contrasta con todo lo que ha sido el resto del álbum, es el único momento realmente tranquilo que tendremos, incluso resulta bello con ese piano que cierra el álbum.
Posiblemente sea un disco que refleja a la perfección lo que debe ser el Metal Industrial, aunque, repito, no resulta tan denso como otras obras de Godflesh, que son para echarles bastante rato y paciencia. Aquí están los elementos claves. Por poner un ejemplo: cualquier fan de Fear Factory podrá vislumbrar en la caja de ritmos de los ingleses (si, no tienen batería humano, sino una máquina de ritmos) de donde sacó Raymond Herrera (batería de FF) gran parte de su técnica. Incluso los propios FF han reconocido en múltiples ocasiones que Godflesh son una de sus mayores influencias. Y no dudo que los propios Rammstein le echasen un vistazo a cuaquiera de las obras de los británicos. Además, aunque pueda parecer que sólo ha influido en el Industrial y en otros subgéneros menos comunes como el Sludge o el Ambiental, las ramas de Godflesh se extiendan hasta hoy día. Muchos baterías modernos, sin saberlo, han adoptado su batería atronadora del sonido de bandas que a su vez fueron tocadas por Godflesh.
Tal vez deberíamos indagar más a menudo el origen de lo que escuchamos, porque, puede que, no sólo nos guste, sino que nos llevemos más de una sorpresa.
Nota: 9
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viernes, 8 de julio de 2011
Es su trabajo

Creo que todos reconoceréis al sonriente hombre barbudo de arriba. Para quien no lo sepa es Anders Friden, cantante de la omnipresente banda sueca In Flames. Para bien o para mal, In Flames han conseguido una relevancia impresionante en el panorama de la escena del Rock Duro y el Heavy Metal. Cada disco que han sacado ha generado ríos de tinta. Me remito a los hechos, con su último disco: Sounds Of A Playground Fading.
Creo que es uno de los discos (por no decir el que más) que ha generado más reseñas en webs y blogs especializados (como hay reseñas a patadas no creo que haga la mía, que con navegar un poquito teneís muchas y variadas). Pero me centro más en la opinión de la gente, que ha sido desde los que ven el nuevo disco como una evolución lógica, los que están a disgusto con este álbum, los que lo tirarían por el retrete, y los que piensan que In Flames son unos inútiles desde el Clayman.
Pero a toda esta polémica se han sumado las declaraciones de Anders sobre el álbum. Donde básicamente dicen que siguen haciendo lo mismo, y que no ha sido para tanto toda esta polémica sobre el álbum (ojo al detalle en la entrevista cuando habla sobre los riffs...).
Lógicamente a más de uno le ha faltado tiempo para echar espuma por la boca y ponerse a blasfemar. Pero es que encima no ha sido el único músico en defender su polémica nueva obra con vehemencia, es más, yo diría que este caso es bastante exagerado.
David Vincent, cantante/bajista de Morbid Angel, ante la oleada de ostias que le están cayendo a Illud Divinum Insanus (nunca he visto tanta unanimidad a la hora de criticar un álbum, y ojo, que yo fuí de los pocos que le dio un aprobado justito) declaró que han hecho una obra maestra. Ahora sí que era yo de los que echaba espuma por la boca.
Pero bajo ambas declaraciones se esconde un pensamiento común (y no, no es gilipollez supina, como alguno dirá) que consiste en defender su obra, porque es su trabajo. Es posible que no piensen realmente así, pero parte de sus ingresos vienen de vender álbumes, ya sean digitales o en formato físico, y aunque hayan hecho una mierda de trabajo, ellos se han pasado meses en el estudio haciendo esa mierda, y han puesto su esfuerzo, sus ideas, incluso su dinero. Otra cosa es que el resultado final no nos guste.
Realmente es por eso que no entiendo tanta indignación por parte de los fans porque el músico haya defendido lo que ha hecho. So hiciese lo contrario, la discográfica lo echaría en dos segundos, y si, los músicos también van al paro. Así que cuando Dave Mustaine diga que no le parece bien que lo músicos "regalen su música" o a Burton C.Bell diciendo que quien se baja discos le perjudica a él y a su familia, aunque no compartamos su opinión, tampoco debemos extrañarnos de lo que digan. Al fin y al cabo, y por mucho que en Noruega no les guste, la música es un negocio de masas, y su objetivo es vender y obtener beneficios. Algo que de mis palabras suena a la mayor obviedad del mundo, pero que olvidamos frecuentemente al encumbrar a los artistas que adoramos, y nunca viene mal recordar que en el fondo este es su trabajo, un trabajo muy atractivo a simple vista, pero que al fin y al cabo se trata de llevar dinero a casa.
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viernes, 24 de junio de 2011
Crítica de discos: Morbid Angel - Illud Divinum Insanus

La que han liado Morbid Angel, hacía mucho tiempo que la salida de un álbum no provocaba tantos ríos de tinta, o mejor dicho, sangre. Porque mucho se ha dicho del nuevo retoño de los americanos y difícil es encontrar una opinión que no despedace al disco, y esto último puedo asegurar que no lo exagero en absoluto. He encontrado críticas sangrantes de todo tipo, generalmente con mala leche y con mucho humor. Faltaría más, yo voy a aportar mi granito de arena, que no significa que vaya a hacer exactamente lo mismo que los demás y lanzarme a la yugular de Azagthoth y compañía, aunque después de la escucha, la verdad es que dan argumentos para hacerlo.
Para el que no lo haya escuchado aún (dificil lo veo) o quiera escuchar una opinión un poco distinta, se lo puedo resumir en una frase. Illud Divinum Insanus no es tan, tan, tan, tan malo como lo pintan, pero es bastante mediocre, y aquí es donde coincido con muchos, después de 8 años sin material nuevo, y 17 (que se dice pronto) sin David Vincent, la garganta por excelencia del ángel mórbido, esto es muy decepcionante, es algo que nadie se esperaba, han conseguido una cosa que no muchos hacen hoy día: sorprender con su nueva obra, lástima que el tiro les haya salido por la culata, y sorprendan para mal. Pero es que, por si fuera poco aquí no tenemos a Pete "feet" Sandoval, debido a una operación de espalda como consecuencia de estar tanto tiempo a la batería a ese nivel tan alto. Su sustituto (temporal) ha sido Tim Yeung, de Divine Heresy (aka: Fear Factory sin sintetizadores y teclados). Tim es muy, muy bueno. Pero se nota bastante la falta de Pete, ahora veremos el por qué.
El disco ya empieza de manera extraña, que nos da una pista de lo que vendrá a continuación. Una ambientación clásica pseudo-apocalíptica a la que acompaña el bombo de Yeung y unos gritos entrecortados de Vincent.
Pero es con Too Extreme! (título ridículo ¿no? pues eso que no habeis visto las letras...) cuando nuestros temores se confirman. Una batería industrial, que parece robada de Ministry, y unos riffs entrecortados, nos dicen que esto no es lo que esperamos. Todo suena muy artificial, muy hecho por ordenador, si, muy industrial, pero Godflesh, Fear Factory y similares lo hacen mucho mejor. Las guitarras (y esto será una constante en el disco) están muy tapadas por la batería, o máquina de percusión, diría yo. Pero para hacer esto no sacas al pobre Tim de su casa.
Habreis oído muchas críticas a las letras: que si son muy sencillas, muy absurdas, etc. Vale, sólo digo una cosa, este es el estribillo de Too Extreme:
Tu corazón latiendo
Te sientes el dolor
Deseo la locura
Tu gritas... Extreme!!!
Te sientes el dolor
Deseo la locura
Tu gritas... Extreme!!!
De sud America
A puertas de oro athens
A la quema inframundo
Conmigo... Extreme
Visión sufrirá
Orejas derretirá
Bese su nueva creencia
Es nombre Extreme
A puertas de oro athens
A la quema inframundo
Conmigo... Extreme
Visión sufrirá
Orejas derretirá
Bese su nueva creencia
Es nombre Extreme
No, no he usado el traductor de Google, lo dice tal y como lo pongo, la pregunta del siglo es ¿por qué mierdas se pone a chapurrear Spanglish? Ni idea. Sólo se que no ha aprendido del fallo de otros.
Por suerte los experimentos se diluyen.... por el momento. Así nos lo demuestran Existo Vulgoré y Blades For Baal, que tienen un aire relativamente más clásico. Digo relativamente porque adolecen de los dos grandes fallos de este álbum, exceso de Triggers (si Tim es tan bueno que le dejen demostrarlo, digo yo) y unas guitarras demasiado débiles. Como consecuencia ambas se nos hacen muy repetitivas, demasiado repetitivas, y en cuanto a solos, creo que Trey Azagthoth se dejó alguno por ahí puesto, y tampoco es que sean muy brillantes.
I Am Morbid (excelente título señores) empieza con el ruido de una multitud aclamando a sus héroes con cánticos: "!Morbid Morbid!". Pero es otra canción cansina, algo más acertada con los solos de Azagthoth, y algún riff típicamente Deathmetalero. Al menos la voz de Vincent sigue tan bien como siempre...
Han tenido que pasar 5 cortes hasta encontrar la primera canción medio decente del álbum: 10 More Dead. Que tampoco es que sea para echar cohetes, ya con no ser tan repetitiva y ver una batería que realmente parece hecha por un humano muy talentoso, sube un poco más el nivel del álbum... que lo volverá a restregar entre la mugre el tema: Destructos vs The Earth/Attack. ¿Os acordaís de Too Extreme? Pues este tema sigue en la misma línea de coñazo industrial. Otra broma de mal gusto. Eso sí, ya paso de comentar la letra, es demasiado absurda.
No todo es malo amigos. Con el single del álbum, Nevermore vemos muestras de lo que fue Morbid Angel. Esto ya es Death Metal medianamente decente, que continuará con Beauty Meets Beast, que aunque aquí sea lo mejor del disco, si hubiese estado en Covenant o Domination os aseguro que sería considerado un tema de relleno. Aquí con la calidad que tenemos, el mínimo atisbo a los viejos Morbid Angel nos suena a gloria.
Pero los de Tampa han decidido que esto no se puede quedar así y se debe quedar así. Que mejor que empezar a bajar el intento con un intento de de canción Swing con toques industriales como es Radikult, donde se Vincent se pasa un rato diciendo: "Kill the cop" (¿donde puñetas han quedado los relatos sobre los sumerios y Lovecraft?). Ojo, esta canción no es mala, !es rara de cojones!. Supongo que aquí irían puestos hasta arriba de todo a la hora de componer, porque es de lo más bizarro que he escuchado en mucho tiempo. Aunque supongo que la sobredosis les vino cuando componían Profundis Mea Culpa con un inicio digno de Rave para ponerse hasta arriba de mierda, mientras que el resto de la canción parece compuesto para un anime japonés de esos que acaba provocando ataques epilépticos a nosecuantos niños. Sin palabras....
Después de esta sesión no sé que coño pretendían ¿hacer Metal Industrial mediocre (esto te lo coge Godflesh y te lo convierte en un discazo), techno, cabrear a sus seguidores? Sólo espero que rectifiquen, ahora que están a tiempo, y sobretodo que no toquen en directo alguno de los abortos que han parido en este álbum, y el resto de temas... bueno, ahí están, pero que no los toquen demasiado.
Nota: 5
domingo, 6 de marzo de 2011
Crítica de discos: Fear Factory - Archetype (2004)

Lo primero que puede llamar la atención es que no está Dino Cazares el (obeso) guitarrista que tanto contribuyó al sonido de Fear Factory. Bien, en este álbum no se le echa de menos para nada. Algunos apoyarán las palabras del propio Dino, que decía que Christian Olde Wolbers, guitarrista por entonces de la banda, y antes bajista de la misma, le había copiado los riffs y la manera de tocar. Con respecto a esto puedo decir algo. Como se nota que a Dino le jodía que siguiesen sin el (su ego es tan grande como su barriga) porque los riffs no son copiados para nada. Ahora bien, que la estructura de las canciones se parece a anteriores álbumes es cierto. Pero es que es Metal Industrial, no es algo muy propenso para experimentar. Además, ya se sabe que la gente se toma demasiado mal que se intente innovar....
Por tanto, del trabajo de guitarra no hay nada que objetar, Christian demuestra que está a la altura de su predecesor. Tal vez se hecha de menos un poco más de contundencia en ciertas partes, pero la melodía le imprime variedad al disco.
Del (por entonces) nuevo bajista, Byron Stroud tampoco hay nada que decir. Hace perfectamente su labor: seguir a la guitarra en los riffs. Sencillo, pero alguien tiene que hacerlo.
Al igual que Wolbers, Burton C. Bell muestra en estre trabajo su faceta más melódica, que no quita los berridos que se pega de vez en cuando. Lo que sigue predominando son sus guturales poco profundas, pero oye, quien quiera Death Metal Industrial ahí tiene el Soul Of A New Machine. En Archetype no tenemos al Bell más bestia, pero sí al que mejor ha cantado melódicamente en toda su carrera (buen ejemplo es la canción homónima).
El que sigue siendo digno de admiración es Raymond Herrera. Menuda máquina, ¿qué no sabe hacer este hombre? Porque su trabajo en las baquetas es monstruoso. Realmente se me acaban los calificativos. Merece la pena ponerse a escuchar las pistas de batería del album para dejaros impresionados.
Desde el principio con Slave Labor tenemos a los Fear Factory más demoledores, pero que siguen contando con estribillos melódicos. Más trallera sin embargo es Cyberwaste, llena de guitarras cortantes y blast-beast, y ni un segundo de tranquilidad. Es uno de las canciones que hacen que valga la pena oir el disco entero. Como curiosidad. La canción empieza con Burton C.Bell recitando "Nothing you say matters to us" varias veces. Bien, pues en el single de Bite The Hand That Bleeds tenemos una canción oculta que dura 10 segundos donde Bell dice la frase varias veces. Parece ser una intro descartada para la canción.
En Act Of God y Drones tenemos la misma fórmula que en Slave Labor: Ritmo machacante alternado con partes más tranquilas y que tan bien le vienen al disco.
Pero sin duda el mejor momento del disco lo tenemos en la canción homónima, y donde Bell parece estar más inspirado cantando. Archetype, para qué vamos a negarlo, es más "pacífica" que los cortes anteriores, pero es épica. Resume a grandes rasgos lo que es el álbum entero, ya lo dijeron los propios FF "Archetype define completamente lo que es FF. Tiene las clásicas partes heavys y melódicas, pero sin sonar forzado".
Corporate Cloning es tal vez la más floja del disco, si bien sigue el camino de temas como Drones o Slave Labor, aquí no quedan tan bien las partes melódicas. Quizás hubiese sido más acertado meter más agresividad. Mientras que en el otro lado tenemos la más tranquila del disco: Bite The Hand That Bleeds. Que cuenta con bastantes partes limpias, mientras que en los estribillos (muy pegadizos, todo sea dicho) los violines suenan tanto como las guitarras. Es la canción más orientada en el sentido comercial. Pero, no nos engañemos, un poco de calma se agradece.
Undercurrent tiene un inicio distinto, con reminiscencias del Rock alternativo (o eso he notado yo al menos) pero enseguida las aguas vuelven a su cauce, y volvemos a la linea general del álbum.
Mientras que Default Judgement me recuerda a Archetype, por la predominancia de voz melódica. Camino totalmente opuesto que sigue Bonescraper, de las más bestias del disco junto con Cyberwaste, sin descanso entre la batería atronadora de Raymond y la guitarra y bajo de Christian y Byron.
Una tradición de FF (y de unas cuantas más, la verdad) es acabar el álbum con la canción más tranquila, emotiva, épica, etc. vamos que den un poco de paz al oyente. Ese es el propósito de Human Shields, que empieza con una guitarra acústica hasta que aparece la distorsión furiosa y la batería. Pero aún así no es una canción muy contundente, el trabajo de los instrumentos no es tan machacón como en la gran mayoría del álbum.
Pero el disco aún no acaba, tenemos una canción extraña, ambiental, donde oímos alguna voz de fondo, sin instrumentos de cuerda o percusión, sólo sintetizadores. El resultado general es satisfactorio. Lo malo es que a mi parecer, es demasiado larga, 7 minutos exactamente, más duradera que cualquier otra de Archetype, con lo que se acaba haciendo un tanto aburrida. Hay mejores maneras de acabar, y más aún con la calidad que tiene este disco.
Aún así nos aguarda una última sorpresa. De todos es sabido que Burton C. Bell es un gran fan de Nirvana (de hecho apareció de joven en el video de Smell Like Teen Spirit, eso sí, con un montón de chavales más) y es por eso que encontramos la canción School, de la susodicha banda. Como toda versión, a algunos les gustará, a otros les parecerá una mierda y a otros ni les parecerá bien la elección. Aquí no me pronunciaré, pocas cosas hay tan subjetivas como las versiones.
Después de este álbum me queda la impresión de que algo más de agresividad habría mejorado aún más el disco. Sin embargo consigue ofrecer algo nuevo, va más allá de la simpleza de Digimortal, y sobretodo, tiene una producción muy superior a la que tendrá Transgression. Como comenté al empezar, no es Demanufacture, pero deja una muy buena impresión.
Nota: 8
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