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lunes, 25 de julio de 2011

Crítica de discos: Godflesh - Selfless (1994)


Toca hablar de una de esas bandas que no han recibido a lo largo de su historia el trato que se merecen, ya sea por no haber cambiado hacia un sonido más accesible, tener poca promoción, o vete tú a saber. En fin, Godflesh no son la banda más "underground" que existe, no son de esas que se consideran de "culto" porque han sacado cuatro demos mal contadas. Todo lo contrario, han dado lugar a una discografía muy prolífica. El problema es que uno tiene que estar metido en todo el rollo experimental o industrial. Pero cuando digo industrial no me refiero a Marilyn Manson, ni Rammstein, ni demás bandas con dicha etiquetas, que venden miles de discos, y que, admitámoslo, con el rollo de circo que se traen (ojo, que montar espectáculo se les da de puta madre, que no tiene por qué ser malo) han perjudicado la imagen de lo que es Metal Industrial. Con lo que el metalero de a pie, nada más oir la palabra industrial, se imagina a Marilyn Manson montando algún numerito. Con lo que, volvemos a lo de antes, la gente decide no adentrarse en estos terrenos. Tal vez sea una de las razones por las cuales Godflesh no hayan tenido tanta repercusión como deberían. Aunque también, la banda de Justin Broadrick y G.C. Green, ha puesto su granito de arena para que esto pase.
Me explico: no creo que el oyente habitual de Rammstein escuche Godflesh, a pesar de que ambos se encuadren en el mismo género, incluso alguien acostumbrado a bandas como Dismember o Cannibal Corpse, encontrará un plato difícil de digerir. Ya ni hablemos de los que suelan escuchar Metal moderno, sobreproducido, con esas baterías llenas de triggers (que la verdad, nunca he entendido la fascinación que tienen ahora todos por fijarse en la batería de un modo exagerado, con inacabables conversaciones sobre si tal batería es mejor que el otro porque toca triples bombos con las manos).
Godflesh son una banda árida, de esas querequieren escuchas para acostumbrarse a su sonido, como una máquina que se lo traga todo, que avanza imparable. En pocas palabras, Godflesh son capaces de crearte fácilmente un dolor de cabeza descomunal, si no estas acostumbrado y te escuchas un álbum de un tirón (como un servidor, que se le ocurrió empezar con el Pure, que es uno de los más densos.) Es por eso que me he decantado por el Selfless, porque es uno de los relativamente más accesibles, que hace más concesiones a la melodía. Pero sigue siendo igual de pesado y bestia, y que puede espantar a más de uno por su densidad.
No es un disco que facilite la escucha, las guitarras repetitivas de Broadrick, junto con la sección rítmica aplastante del bajo de Green y la máquina de ritmos, hacen de este Selfless una experiencia un tanto dificil desde el primer minuto de Xnoybis. Tan sólo los teclados en ciertos momentos suponen un breve descanso a la taladradora sónica que son Godflesh.
Muy pocos descansos vamos a encontrar a tanta brutalidad, como el extraño zumbido ambiental al final de Bigot, que parece sacado de cualquier Silent Hill.
Como dije al principio, hay más melodía de la que lo británicos suelen ofrecer, como en Black Boned Angel, donde Broadick da algo de respiro, dejando de usar guturales, para pasar a un registro limpio, y que con unos riffs un tanto melódicos dan cierta sensación de melancolia, que para una banda que parece decir constantemente: "te vamos a comer el cerebro", mucho es.
Pero vamos a seguir encontrando, como no, ese lado tan machacón que hace que una canción de corta o media duración parezca que dura el doble para nuestra maltratada mente, como en Anything Is Mine o Empyreal (que vuelve a ese tono melancólico mencionado anteriormente).
Aunque como toda banda, Godflesh también tiene su "hit", vamos el tema por el que lo conoce todo el mundo. Me refiero, ni más ni menos a Crush My Soul, que debe su fama a Kirk Hammett, que se encaprichó del director del bizarro video de la canción (Andrés Serrano), para que les ilustrase la portada del infame Load. Mientras que en lo puramente musical, posiblemente sea la canción que mejor resuma el sonido de los británicos sin tener que dar jaqueca. Eso sí, tras esta concesión volvemos a lo que a ellos les mola, las guitarras repetitivas y la rítmica machacona (vaya trabajo que hace el señor de las cuatro cuerdas) de Body Dome Light, Toll y Heartless.
Pero para acabar bien el disco, o lo que es lo mismo, más merados de lo que ya estamos, llegamos a las canciones más experimentales del álbum. Primero tenemos a Mantra, que abusa conscientemente de los sintetizadores para crear una sensación inquietante en el el oyente, y para poner la guinda, uno de los temás más extraños que he escuchado. Nada más y nada menos que 23 minutos dura Go and Spread Your Wings, de los cuales los 4 primeros son para una inquietante introducción, para después devolvernos a unos Godflesh más ralentizados, y más pesados aún si cabe (¿Doom Metal Industrial?), con el objetivo de hacernos perder los nervios, y para rematar la faena y nuestra cordura, a partir del minuto 14 comienza una larga parte ambiental, que contrasta con todo lo que ha sido el resto del álbum, es el único momento realmente tranquilo que tendremos, incluso resulta bello con ese piano que cierra el álbum.
Posiblemente sea un disco que refleja a la perfección lo que debe ser el Metal Industrial, aunque, repito, no resulta tan denso como otras obras de Godflesh, que son para echarles bastante rato y paciencia. Aquí están los elementos claves. Por poner un ejemplo: cualquier fan de Fear Factory podrá vislumbrar en la caja de ritmos de los ingleses (si, no tienen batería humano, sino una máquina de ritmos) de donde sacó Raymond Herrera (batería de FF) gran parte de su técnica. Incluso los propios FF han reconocido en múltiples ocasiones que Godflesh son una de sus mayores influencias. Y no dudo que los propios Rammstein le echasen un vistazo a cuaquiera de las obras de los británicos. Además, aunque pueda parecer que sólo ha influido en el Industrial y en otros subgéneros menos comunes como el Sludge o el Ambiental, las ramas de Godflesh se extiendan hasta hoy día. Muchos baterías modernos, sin saberlo, han adoptado su batería atronadora del sonido de bandas que a su vez fueron tocadas por Godflesh.
Tal vez deberíamos indagar más a menudo el origen de lo que escuchamos, porque, puede que, no sólo nos guste, sino que nos llevemos más de una sorpresa.

Nota: 9