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jueves, 11 de agosto de 2011

Crítica de discos: Sepultura - Kairos (2011)


No sé por qué pero me da la sensación de que el último trabajo de los vilipendiados brasileños ha pasado un poco de largo. No digo que no haya generado repercusión, pero menos de la que, al menos yo, esperaba, tanto para bien, como para mal. Aunque tal vez sea porque el álbum salió poco después de dos bandas que sacaron unos trabajos polémicos, por no decir hirientes, que se llevaron de sobra toda la atención mediática durante unas cuantas semanas, y que siguen coleando a día de hoy. También porque las cosas en Sepultura no han cambiado como un sector importante quisiese. Las esperanzas de la reunion de los miembros originales fueron erradicadas prácticamente por completo, y por ende, el poco interés de estos cayó en picado. Así que para fortuna de Andreas Kisser y compañía, han tenido un poco más de paz de la normal.
Eso no quita que muchos ojos aún sigan pendientes de lo que hagan los sudamericanos, más aún después del experimental A-Lex que mostraban a una banda que quería hacerse notar, pero se acababa perdiendo entre tanto experimento bizarro. Un disco al que había que sacarle la calidad tras muchas escuchas, puede que demasiado complejo para lo que la banda necesitaba o debía.
Está claro que si nunca has tragado la época post-1996, no creo que pierdas demasiado el tiempo en el nuevo opus de Sepultura. Pero en este caso, puede que Kairos convezca mínimamente a esa facción, porque lo diré rotundamente: Kairos es el mejor álbum post-Cavalera con diferencia, y me atrevería a decir incluso que se pone a la altura del Chaos A.D. Siendo sinceros no llega al nivel de sus obras magnas, Arise y Beneath The Remains, pero es lo más bestia que han hecho desde entonces. Si bien los dos discos antes citados, aparte de su calidad, fueron hijos de una época y circunstacias concretas, que los hicieron aún mejores (lo que se llama estar en el lugar y momento adecuados) y sobretodo, algo irrepetible y que ni Sepultura, ni Soufly ni ningún otro sub-proyecto alcanzará. Eso sí, cabría recordar que incluso estos dos discos también fueron criticados en su día, por otros motivos, en este caso por sus semejanzas con Slayer. Las críticas, por tanto, son algo a lo que Sepultura estan más que habituados.
Si A-Lex era un buen álbum, que se escondía tras capas y capas de experimentos (y, admitamoslo, sobraba álbum) Kairos no adolece de ese mal. Es muy directo, agresivo, y si, se podría catalogar como un álbum de Thrash Metal, no en el sentido más estricto, pero con la suficiente rapidez como para reventar unas pocas cabezas.
Nada de orquestras sonando de fondo, ni canciones innecesariamente largas, ni libros clásicos de por medio. Aquí necesitamos riffs y riffs, cortesía del sr. Kisser, que ha decidido poner el acelerador en sus composiciones, la machacona batería de Jean Dolabella, que ha suplido perfectamente a Igor Cavalera, y dudo que alguien, con los ojos cerrados encuentre mucha diferencia entre ambos, acompañada en la base rítmica de Paulo Xisto, que, como siempre hace un buen trabajo, aunque sea como siempre en la sombra, y sobretodo el gran trabajo vocal de Derrick Green, que torna un perfil mucho más agresivo en este trabajo que en los anteriores.
Pero como a los Sepultura actuales les gusta más un experimento que a un tonto un lápiz, no iban a dejar de lado esta parte tan peculiar, que tanto les ha caracterizado, con sus pros y contra. Me explico. Muy acertados han estado en sus coqueteos con el Metal Industrial, como es el caso del inicio de Structure Violence, o la versión de Just One Fix de Ministry. Claro está, no llega al nivel de la original (y si no has escuchado aún, deja de ver esta entrada y ponte a escucharlo YA), pero le da un toque más agresivo, no es, por tanto, un calco de la original, cosa que, desgraciadamente abunda más de lo que debiera. Otro experimento es, precisamente, otra versión, hablo, del Firestarter de Prodigy, que de original sólo le ha quedado el riff del principio, ese que la ha hecho tan reconocida. Dicha versión atraerá a muchos curiosos, sin duda, lo que ya dudo es que a los fans de la original les guste demasiado, porque le han despojado todo ese aura tecno de la original, por si alguien temía encontrarse un tecno remix de Sepultura.
Aunque la experimentación se ha llevado en algunos casos a un límite absurdo e inutil, concretamente en 4 casos. 4 interludios que responden al nombre de 2011, 1433, 5772 y 4648, que en vez de ser interludios instrumentales como en A-Lex, parecen psicofonías. Totalmente prescindibles y cortando el ritmo del disco.
Pero, vuelvo a repetir, la experimentación no es la tónic.a dominante. Lo que abundan son los cortes directos, que no sencillos.
Y eso que el álbum comienza con el tema menos indicado para dicha tarea, Spectrum, un medio tiempo bastante monótono, y que habría venido mejor a la mitad del disco.
No es con el siguiente tema, Kairos, cuando la cosa empieza a animar. Tema que recuerda bastante a la era del Chaos A.D. con ese riff imponente y un doble bombo que permanece durante casi toda la canción, y es cerca del final del corte cuando ya empezamos a vislumbrar lo que nos vamos a encontrar.
Ya con Relentless la cosa empieza a coger velocidad de la seria, y lo que parecía un tema similar a Kairos, con un riff prominente, acaba con unas guitarras dobladas, y un Derrick Green desgañitándose la voz.
Dialog suena igual de contundente, aunque sea una ligera bajada de velocidad, podría decirse que es una versión embrutecida del A-Lex, principalmente por la parte con discurso hablado que tanto gastaban en aquel disco.
Pero ahora sí, llega uno de los mejores temas del álbum, o al menos, de los más veloces. Mask es uno de esos temas que tanto hacían falta, de esos directos a la yugular, que empieza muy amenzador y termina con un final lleno de ira, de los mejores momentos del álbum.
Seethe, por fortuna, continua el mismo camino, y sigue con ese aire thrasher que han recuperado en este 2011. 2 minutos y medio de canción, y listos. Aunque lo mejor está por llegar.
Tras Born Strong y Embrace The Storm, donde, nuevamente, encontramos ese lado menos rápido, pero contundente que escuchábamos en Kairos, encontramos la bomba sónica del disco: No One Will Stand. Tema que por su velocidad podría haber ido perfectamente en Arise, es más, estoy seguro de que ponemos a Max Cavalera en las voces y la gente estaría sacrificando seres humanos en su nombre. Suena exagerado, lo sé, pero este corte dejará satisfechos a muchos que buscaban a los Sepultura más bestias.
Finalmente, y tras la comentada anteriormente Structure Violence, y sus escarceos con el industrial, encontramos dos bonus tracks, la original Firestarter, y (este sí que es tema propio) Point Of No Return, un tanto mediocre, que no tiene la energía, o la mala ostia, como queramos llamarlo, de el resto de temas del álbum.
Puede parecer bastante descabellado que haya puesto este álbum casi en los altares, o mejor dicho, a la altura de la era Max Cavalera, sé que a muchos les parecerá cuanto menos, una herejía, pero es que aquí se nota el trabajo de una banda durante bastante tiempo, que, a pesar de no tener la mística que tenía la alineación de los 90, lo cierto es que los Sepultura actuales son una máquina en perfecto funcionamiento, que saben en que dirección quieren ir, que no se han dormido en los laureles, sacando discos mediocres, y que han sobrevivido a la tormenta de mierda que les ha caido durante muchos años. Viendo el estado de los actuales Sepultura, no me extraña que no quieran reunión, porque, podrá gustarte o no lo que hagan, pero no se puede negar que el estado de forma es mejor que nunca, aunque les haya costado 15 años. Más vale tarde que nunca, como suele decirse

Nota: 9