Buscar este blog

lunes, 11 de junio de 2012

Crítica de discos: Pitchshifter - Industrial (1991)


Desde mi punto de vista, el Metal Industrial siempre ha sido un subgénero injustamente infravalorado, es un subgénero que suele ser muy repudiado por los metaleros más conservadores, la idea de que el Heavy Metal sea mezclado con electrónica echa para atrás, pero es que esta definición ni es cierta, y ni le hace justicia. Pero sobretodo lo que más daño ha hecho a este tipo de música han sido las bandas erigidas como principales cabezas del movimiento, y su base de fans. Me explico, cuando alguien piensa en Metal Industrial se le viene a la cabeza el Techno Metal de los Rammstein o al Showman de Marilyn Manson, o piensa en raves llenas de góticos encocados hasta las cejas. Más allá de esta irreverente descripción, la música de antes citados y de algún otro ejemplo relevante como Nine Inch Nails, difícilmente se puede considerar Metal, si acaso Rock Industrial, porque la electrónica es fundamental en este tipo de bandas. Y no lo digo por desprestigiar a alguno de estos artistas, es más, me gustan bastante los NIN, así que no tiraré piedras sobre mi propio tejado. Tampoco niego que más de un álbum de Rammstein, Marilyn Manson o Front Line Assembly pueda ser tomado como Metal Industrial, pero a eso se reduce, simplemente.
Cuando hablo del verdadero Metal Industrial me refiero a algo mucho más árido, mucho más extremo, más aún que bandas como Ministry o Strapping Young Lad que con su base industrial han creado auténticas máquinas de rabia "metalizada", no, hablo de mastodontes como Godflesh o los propios Pitchshifter.
Se notaba que los Pitchshifter eran admiradores de la abominación que era la banda de Justin Broadrick y Ben Green, y este Industrial era una declaración de intenciones, desde el primer momento dejaban bien claro de donde venían y adonde querían llegar, nada del cuento de "no nos etiquetes, estamos encontrando nuestro propio estilo". No, los británicos sabían lo que querían y no iban a parar para conseguirlo.
Normalmente, si una banda, en su debut muestra de manera demasiado evidente sus orígenes, es prácticamente seguro que la acusen de copiar, de no tener imaginación... Pero los Pitchshifter se sienten tan cómodos en esta piel, que le dieron un matiz ligeramente distinto a este recién nacido subgénero, y por hacerlo en el momento concreto, aunque no superasen a sus maestros, acabaron sentando cátedra.
Este debut de Pitchshifter no es tan destructivo como el de Godflesh, cosa casi imposible, la verdad. Pero si que puede notarse cierto gusto por el Death Metal denso que tan bien funcionaba a principio de los noventa, ahí tenemos la voz gutural de Mark Clayden para corroborarlo. Estoy seguro que los Fear Factory se empollaron este álbum entero para dar a luz a ese descomunal Soul Of A New Machine, para quien quiera descubrir los orígenes de una de las bandas de Metal Industrial más famosas, aquí tiene una buena pista.
Para el que no esté familiarizado con este tipo de bandas, el comienzo le parecerá toda una apisonadora... y al que esté acostumbrado, también. Landfill comienza el disco como una patada en la boca, con una intensidad asombrosa, probando que no hace falta una batería acelerada para intimidar el oyente, y con uno de los mejores riffs que ha oído un servidor, un tema que a pesar de su contundencia, es tremendamente pegadizo, y creo que una de las mejores cosas que ha salido en este subgénero, un pequeño himno que nada más escucharlo sabes a quienes escuchas, y con la de bandas que hay sueltas, muy meritorio.
Sin embargo Brutal Cancroid no se muestra tan "amable" y es aún más árida que su predecesora, pero sigue contando con esos ritmos afilados que, sin que nos demos cuenta, se convertirán en una seña de identidad del disco. Sin embargo, y aunque parezca redundante, si ya el disco tiene ese aura Godflesh que lo impregna por completo, Gravid Rage es un homenaje demasiado descarado a sus ídolos, se rompe un poco esa identidad propia que se estaban forjando en los discos anteriores, para ofrecernos un corte que habría pasado perfectamente camuflado en el Streetcleaner, e incluso si fuese más largo, en el Pure. Buen tema, no obstante, contribuye a que los acusen de "plagio de".
Pero si hay una costumbre que tanto gusta en el Metal Industrial y que lo han convertido en una de sus señas de reconocimiento, es el uso de samplers, y cuanto más inquietantes sean, mejor. En este caso para New Flesh, se recurre a una opción bastante manida, los asesinos en serie, en concreto Henry Lee Lucas, que nos obsequia con unas declaraciones impactantes Soy un americano y mato americanos, soy un ser humano, y mato seres humanos, y lo he hecho en mi sociedad. El sampler seguirá de fondo mientras se reproduce todo el tema, posiblemente el más hipnótico de todo el disco, y de esos que no te dejan con buen cuerpo, ya muchas bandas querrían el aura de malevolencia que consiguieron los británicos en este debut.
Por suerte para nosotros, Catharsis se muestra un poco más "amable" o más bien, es un tema que no te causará tantas jaquecas como los anteriores, pero sigue sonando completamente a ellos, sigue teniendo esos riffs afilados tan característicos. No tendremos tanta suerte con Skin Grip e Inflamator, donde volvemos a los Pitchshifter más desagradables y difíciles de escuchar, ya la primera de las dos nos avisa con un molesto pitido de que lo que viene no es plato de buen gusto, y después esos ritmos densos y monolíticos que como buenos acosadores, nunca se irán de nuestra cabeza.
Para rematar la obra llega Eye, que tampoco pasará desapercibida ante nuestros oímos, por esa extraña mezcla de Metal Industrial y música ambiental, no significa que tengamos bastantes minutos muertos al final del tema, como suele hacerse en estos casos, no, por fortuna la música ambiental sirve en este caso de perfecto acompañamiento de la potente base rítmica, dándole un aire apocalíptico al tema, y sobretodo, cierta intranquilidad para los oyentes, una manera perfecta de finalizar esta obra, acabando tan desconcertados como cuando empezamos.
Es una auténtica lástima que después de este disco, Pitchshifter decidieran acomodarse poco a poco e ir suavizando su sonido, y como los alumnos aventajados de Godflesh, y creadores de uno de los discos más tenebrosos del Metal Extremo, acabasen con su reputación por los suelos, haciendo una especie de Nu-Metal, con algo de música industrial de por medio, pero independientemente de que nos guste más o menos la vía que tomasen posteriormente, ni queriendo habrían podido superar su propio debut, demasiado monstruoso, incluso para ellos.

Nota:  8'5