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sábado, 6 de agosto de 2011

Judas Priest, Motörhead, Saxon, La Cubierta de Leganés 30/07/2011


Ya tocaba. Ya tocaba hacer una crónica de concierto gordo, y que no fuese en Sevilla.
La verdad es que hacía la friolera de un año que no hacía una crónica, a excepción de la breve reseña que hice del Mingatron, y la verdad es que tuve ocasión de hacerlo, pero ya fuera por vagancia, como en el caso del concierto acústico de Scott Kelly (cantante de Neurosis) o falta de tiempo, como en Pestilence. Podría haber hecho una reseña de alguno de las decenas de conciertos a los que voy a mi ciudad natal, pero.... la pereza es la madre de todos los vicios.
En fin, hace una semana que decidí coger los bártulos y marcharme a la aventura por la capital, y digo aventura, porque todo el fin de semana en Madrid y Leganés fue cuanto menos, anecdótico. Pero valía bastante la pena por ver a tres iconos de la NWOBHM, e iconos en definitiva de este género musical, más aún cuando todavía no había podido ver a ninguna de las tres bandas, así que sobraba entusiasmo e impaciencia.
A eso de las 6:30 me planté con toda la tropa de la que venía acompañado en la plaza de toros de dicha localidad madrileña. Qué puedo decir del ambiente, que tanto dentro como fuera era inmejorable, y que hacía que uno se sintiese como en su casa. Más aún con el telón de la serpiente y la espada tan típicos de Saxon y que adornaban el escenario.
Finalmente Saxon salieron como torpedos al escenario, con un estado de forma envidiable (recordemos que muchos entran ya en el club de los 60), muchísima energía, y ganas de comerse el escenario. Desde luego por Biff Byford parece que no pasan los años, interpretando casi a la perfección todos los temas, tanto clásicos, ya sean Motorcycle Man, Denim And Leather o la sempiterna Wheels Of Steels, que ni decir tiene, volvió loco a más de uno, y temas nuevos, como A Call To Arms o Back In '79.
Se nota que el nuevo disco tiene calidad y sobretodo, estan muy satisfechos con él, porque tuvo gran parte de protagonismo en el repertorio.

Nota: 8,5


Tocaba el turno de otros incombustibles: Motörhead.
Se les critica bastante que desde hace unos cuantos años vienen ofreciendo básicamente el mismo espectáculo, que tocaban lo mismo de siempre año sí, y año también. Ya habría tiempo de derribar prejuicios sobre lo que nos esperaba esa noche, pero en este caso no hubo suerte, y se cumplió.
Siendo realistas esto era un defecto que afectaba a los que los habían visto ya varias veces, a mi por desgracia no me afectaba ese defecto, así que huelga decir que disfruté bastante con Lemmy y sus chicos, que llegaron, tocaron y se fueron. Todo perfectamente calculado y hecho a la perfección, como una máquina, y bien que cumplieron, dejando a todos los presentes exaustos, un tanto cansados, pero preparados para el plato gordo. En cuanto al setlist, lo típico y tópico: Ace Of Spaces, Killed By Death, Iron Fist, aunque también hubo un pequeño espacio para el nuevo álbum: The World Is Yours, del que cayó alguna si mal no recuerdo. No olvidemos que Motörhead son unos currantes natos y nunca faltan a su cita con el estudio, ya tienen 21 discos de estudio, para más señas. Otra cosa muy distinta es que decidan defender ese material en vivo, aunque para eso ya tienen su gira propia.

Nota: 8



Ya sólo quedaba esperar a los sacerdotes, la razón por la cual todos estabamos allí, casi sin aliento, apretados por completo, y más aún con los pogos que se formaron con Motörhead (la verdad, creo que no pegaba ponerse a hacer pogo allí con Motörhead, en fin, a más de uno lo ponía yo en un concierto de Marduk, eso si que son Moshpits...), pero que me sirvieron para ganar unas pocas más de posiciones, y estar un poco más cerca de mis ídolos.
De momento lo único que podíamos ver sobre el escenario era una enorme pancarta roja que rezaba simplemente: Epitaph. Había muchísimas dudas sobre la banda, que si aguantaría Halford y no la cagaría, que si se echaría en falta a Downing, que si el setlist de la gira era muy "rockerillo" y por ende iba a ser un concierto muy relajado (así como lo cuento es como lo oí) e incluso que debían tocar el Painkiller entero. Bien, pues los Priest callaron a todos los agoreros, a todos.
Para caldear el ambiente sonó War Pigs de los primigenios: Black Sabbath, ese himno antibélico e imperecedero que toda la plaza cantó a pulmón, y que demuestra que ciertos grupos siempre quedarán ahí.
Pero ahora no había tiempo para nada más, y tras otra intro enlatada, más corta, y que respondía al nombre de Battle Hymns (del Painkiller), sonó el riff de Rapid Fire, con lo que cayó el telón y pudimos ver un escenario que se asemejaba a una fábrica. Y detrás una pantalla que rezaba: "Welcome To The Home Of The British Steel". Sin palabras.
Dicha pantalla se iría transformando a lo largo del concierto con distintas portadas de los álbumes que iban tocando.
Lo único que no cambió fueron los propios Judas, vestidos en cuero, como siempre, y salvo por las arrugas, parecía que estábamos a principios de los noventa, mínimo. Aunque fue curioso ver a esa versión rejuvenecida de Downing como era Richie Falkuner. Lo cierto es que hay parecido físico y técnico, porque el chaval no es manco, cumpliendo sobradamente el hueco de su predecesor. ¿Que no es lo mismo, y se pierde esa mágia que tenían la antigua dupla Tipton-Downing? Cierto, pero si uno cerraaba los ojos no notaría ninguna diferencia por lo que escuchaba. Así que, todos los que no fuisteis a verlos porque no estaba Downing.... craso error.
El British Steel seguiría teniendo protagonismo con Metal Gods, bastante coreada y a la que se seguiría Heading Out The Highway, tambien bastante aclamada por la multitud.
Tambien había tiempo para el material más moderno, y más criticado, todo sea dicho. Puede que Angel Of Retribution no fuese el mejor álbum de los británicos, pero con Judas Rising botó hasta el más cojo.
Antes de la gira, los ingleses prometieron que tocarían una canción de cada álbum, lo que dió a conjeturas sobre que cancionesw olvidadas tocarían. Aunque a la hora de la verdad no hubo muchas canciones "raras", seguro que Starbreaker, la representante de Sin After Sin, era algo que pocos se esperaban. Daba igual, el público ya estaba complétamente en el bolsillo, y más aún cuando Tipton y Falkunen iniciaron ese riff doblado, conocido por todos y que daba inicio a Victims Of Changes, y por si quedaba algún excéptico, Halford no falló una. Su voz no es la que era, pero que bien lo disimula el cabrón.
Después de este subidón de adrenalina, tocaba compensarlo un poco con la canción más antigua del repertorio: Never Satisfied, del lejano Rocka Rolla, allá por el 73, cuando tocaban una especie de Rock progresivo y se vestían como hippies. Tocaba cumplir la promesa, aunque fuese una canción que a más de uno nos dejase un tanto frios.
Pero tocaba uno de los momentos claves de la noche, la primera balada de las dos que caerían, me refiero, como no, a la versión de Joan Baez: Diamons And Rust. No era muy dificil suponer que la tocarían en su versión acústica, que a mi parecer es como le queda mejor. Sin embargo, al intentar contentar a todo el mundo, ya que lo habría que prefiriesen la animada versión electrica. Cometieron uno de los pocos fallos de toda la noche, que empañaron ligeramente la actuación.
Cuando se habían tocado tres estrofas de la misma, y sólo quedaba esperar al épico final, con todo el público cantando a coro, decidieron tocar la última estrofa como la versión eléctrica.
Lo malo es que, a mi parecer, lo hicieron de manera apresurada, intentado encajar algo que, simplemente, no queda bien, así que nos quedamos a medio camino... Mejor hubiese sido haber ido alternando en los conciertos la versión eléctrica y la acústica, otra cosa es que tengas suerte y te toque la que te gusta.
Llegaba de nuevo el turno de los Priest más modernos, esos que se complicaron la vida demasiado con el doble álbum Nostradamus (demasiado ambicioso creo yo), así que para seguir con la promesa llegaba el turno de la intro enlatada de Dawn Of Creation, a la que seguría Prophecy. Donde Halford, para darle algo más de dramatismo al asunto, se metió en un traje de monje con una vara que parecían hechos de papel Albal. Curiosa cuanto menos la representación de Nostradamus. Si realmente el profeta vestía así no me extraña que nunca se lo tomasen en serio...
Pero ahora sí que se desataba la locura con Nightcrawler, uno de los temas más injustamente olvidados por la banda, que no por el público, porque allí sela sabía todo alma viviente, y para terminar de desmadrar la cosa, otro clásico, no tan olvidado: Turbo Lover. El tema más Gay de la historia del Heavy Metal, y muy querido, con ese estribillo tan "sugerente" que coreaba toda la plaza, y con luces exclusivamente rosas sobre el escenario (la única vez que se dio esto). Una auténtica declaración de intenciones.
Si con Diamons And Rust, el experimento acústico-eléctrico les salió rana, con la otra balada de la noche no hubo problemas de ningún tipo, y Beyond The Realms Of Death sonó tan épica como debería (incluida la voz de Halford).
Otro clásico que hizo enloquecer al público fue The Sentinel, al que la seguiría otra olvidada como es Blood Red Skies, que me sorprendió muy gratamente, con una base rítmica demoledora, más que en ninguna otra canción, algo que nisiquiera escuchando la versión de estudio puedes imaginarte. Donde podías sentir los bombos de Travis en el estómago. Parecía que estaba en un concierto de Godflesh. Mucha potencia, muchísima.
De aquí hacia adelante sólo había tiempo hacia los clásicos. Para empezar teníamos a The Green Manalishi que me sorprende que haya sobrevivido a lo largo de tantos años prácticamente en el setlist. La que no me sorprendió fue el himno (de unos pocos que tiene) rebelde Breaking The Law, aunque no fue una versión habitual, para que os hagais una idea, tocaron algo así.
Puede que se eche en falta no oir al sacerdote cantando, aunque no hacía falta, allí se la sabía todo el mundo hasta la última frase. Además, es indescriptible dejar de oir por un momento tu propia voz, y prestarle atención a tu alrededor, y oir a todos coreando cada letra. Impresionante.
Pero el gran examen de Halford llegaría con Painkiller. He oido muchas veces que Halford ya no era capaz de cantarla sin soltar algún gallo o algo que nos recordase que se está haciendo viejo. No sé en el resto de la gira, pero aquí llegó a tal nivel vocal que a veces sus gritos agudos eran incluso molesto para los oidos. Como en los viejos tiempos señores, al igual que Tipton, que solucionó a la perfección la dificil papeleta que suponen los solos de esta canción, donde sus dedos subían y bajaban del mástil como si nada.
Con un espectacular Painkiller se despedían, de momento.
Quedaba todavía pólvora, como nos lo hizo saber la intro enlatada de The Hellion. Intro natural de Electric Eye, con la que volvían al escenario.... para volver a irse.... y regresar a lo grande, porque, si hay algo que todo el mundo esperaba era el famoso momento de la Harley sobre el escenario, que se cumplió con Hell Bent For Leather. Llevan 30 años tocándola y sigue siendo impresionante, para mí ya habían cumplido, había oído mi tema predilecto, aunque, otra canción más no nos haría daño, ¿no?.
Así que tocaba otro himno, de esos hechos para corear. En concreto una versión muy alargada de You've Got Another Thing Comin' donde Falkuner se encargó de lucirse un rato a las 6 cuerdas y de paso callar bocas, con un solo que parecía decir: "mira todo lo que se hacer". En el resto del tema nos tocaba a nosotros cantar hasta dejarnos sin garganta, y finalizar destrozados.
Pero si hay un tema donde el público es el auténtico protagonista es en Living After Midnight, donde ahora sí, tocaba cantar como si no hubiese mañana. Ese momento de unión absoluta entre banda y público era algo único, irrepetible, no había mejor lugar en el mundo que ese, y podíamos haber estado cantado hasta que amaneciese, pero todo tiene su fin, y vaya final.
No han podido escoger una mejor manera de despedirse, con un concierto de poco más de dos horas, agotador, si, pero valió la pena.
Valió la pena la aventura que nos pegamos en la capital, el viaje interminable en bus, el calor, la impaciencia, la noche con pocos bares abiertos, las escasas horas de sueño. Al terminar destrozados, tras esas dos cortas horas (porque se me hicieron muy cortas) sabía que el resto ya daba igual,había asistido a algo único, que, vete tú a saber cuando se repetirá
Grandes, muy grandes los dioses del Heavy Metal

Nota: 9,5