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viernes, 7 de octubre de 2011

Crítica de discos: The Project Hate MCMXCIX - Bleeding The New Apocalypse (Cum Victricii In Manibus Armis) (2011)


Es indudable que lo primero que llama la atención de esta banda es su bizarro nombre. No conozco ninguna otra que tenga su nombre medio en latín medio en inglés. Así el Proyecto Odio 1999 (por si no sabíais lo que era MCMXCIX) ofrece una música tan inusual como su nombre.
 Normalmente son catalogados como Death Metal Industrial. Es cierto que la electrónica juega un papel determinante en su música, pero aún así The Project Hate hacen algo un tanto alejado a esa etiqueta. Dejémoslo en que hacen un Death Metal bastante poco convencional, muy poco convencional. De hecho hace tiempo leí que The Project Hate consistía en que Lord K.Philipson (creador de la banda) hacía lo que le venía en gana con el Death Metal.... y no puedo estar más de acuerdo. Es la definición que mejor se ajusta a los suecos (¿de donde si no puede venir una banda de este estilo?).
Sólo tenemos seis temas, de muy larga duración eso sí, porque ninguna baja de los nueve minutos, y lo normal es ver temas de once, doce minutos, que pueden hacerse largos para el oído no entrenado. Y lo cierto es que gracias a la larga duración de los temas podemos encontrar en ellos muchísimos elementos y llevarnos más de una sorpresa. En pocas palabras, con temas de cuatro o cinco minutos, el efecto no habría sido el mismo ni de lejos.
Lo primero que nos puede llamar la atención desde la apertura del disco con Iesus Nazarenus, Servus Mei, es la alternancia entre la voz femenina limpia de Ruby Roque y la voz chillona o cavernosa (según toque) de Jörgen Sandström. Este juego de "La bella y la bestia" no es nuevo, claro está, sólo que aquí no encontramos un ritmo lento, ni violines, ni ningún elemento del Metal Gótico que impulsó esta técnica. En lugar de eso encontramos una base rítmica muy potente y muy bestia, se podría decir que es el juego que inventaron los Theatre Of Tragedy allá por el 95 sólo que llevado al extremo.
Pero es que eso es de lo más normal que vamos a encontrar, la alternancia de voces ya está muy vista, lo que no está tan visto es que repentinamente un tema de Death Metal convencional derive en un interludio de música electrónica, y sin transición ni tonterías, a “palo seco” como suele decirse. Por poner un ejemplo, en Summonic Majestic War tenemos un largo pasaje de música electrónica, si, de ese que hacen los DJ, suena muy raro, pero es cierto, hasta que vuelve de nuevo el riff, que nos lleva a terrenos más conocidos, para acabar con elementos orquestrales, todo ello en el mismo tema, y sí, estos elementos orquestrales se repetirán más veces y vendrán sin previo aviso. Esta es la gran baza del disco, el enorme contraste que puede haber entre varias partes seguidas y la escasa o nula transición entre estas. Otra muestra de esta transición tan radical es The Serpent Crowning Ritual, que alterna entre partes tranquilas y furiosas, hasta llegar a un interludio de piano, de ahí a uno ambiental, que sin darnos cuenta deriva en toda una demostración de Death Metal sueco de la vieja escuela.
Podría nombrar también el principio majestuoso de Bring Forth Purgatory, y como deriva en otra monstruosidad de tema, o cómo encontramos en este mismo tema riffs inspirados en el Black Metal noruego. Insisto, los temas son largos, pero no se conciben de otra manera que no sea así, por eso se pueden permitir el lujo de meter en cada corte lo que les plazca, en un auténtica ejercicio de creatividad. Y podría seguir diciendo muchísimas más sorpresas y elementos extraños en cada tema, que me darían para escribir mucho más. Pero prefiero no fastidiarlo y que sea cada uno el que se adentre en el disco y se asombre por sí mismo.
Es un disco que requiere su tiempo, debido a la larga duración de cada canción, que, como he dicho, puede saturar al que no esté muy metido en el Heavy Metal menos convencional. En el caso de que queráis escuchar algo nuevo, The Project Hate es todo vuestro.
Para que luego digan que el Metal extremo es cerrado de miras.


Nota: 9