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lunes, 9 de enero de 2012
Crítica de discos: Strapping Young Lad - City (1997)
Pocas, muy pocas veces un disco me engancha de una manera tan brutal desde el primer segundo, podría poner otros ejemplos como el In The Nightside Eclipse de Emperor, el Damage Done de Dark Tranquillity o el Demanufacture de Fear Factory. Precisamente mucho tiene que ver con este último, si el trabajo de los americanos era un Metal Industrial bastante embrutecido, con mucho de Thrash y Death, la obra de los canadienses en teoría tiene los mismos elementos, pero es más salvaje y enloquecido si cabe. Aunque hay que tener en cuenta quien es la cabeza pensante de esta banda: Devin Townsend, un virtuoso de la guitarra con un retorcido sentido del humor y que se hace lo que le da la gana con su música, lo que le da la gana, literalmente. Pero además es un tio muy listo y hace algo que muy pocos hacen: ordena las miles de ideas que tiene. Parece una obviedad, pero no lo es tanto. El señor Townsend en cuanto tiene una idea lo agrupa bien, en su carrera en solitario, la cual ha soltado discos bastante dispares, en su proyecto que tiene su mismo nombre, donde también ha sacado discos completamente opuestos, y por si fuera poco, antes teníamos la Devin Townsend Band que hacían un Heavy Metal bastante más relajado que la que es su banda más conocida y de la que hablo ahora. Para quien no lo sepa, el señor Townsend sufre de bipolaridad, lo cual, se podría decir que es bueno para nosotros, así se explica que haga cosas tan dispares y como SYL pueda ser la auténtica locura que es. Porque bajo una base de Metal Industrial mete Thrash, Death, Black, Grindcore y cualquier otra cosa que se le ocurra. Así los cuatro primeros temas son una auténtica máquina de matar. Desde los golpes metálicos con los que arranca Velvet Kevorkian, el bizarro y corto himno industrial que nos enlaza a All Hail The New Flesh, sabemos que esto no es normal. Un Metal Industrial extremadamente furioso, que se alimenta muchísimo del Thrash que cuenta incluso con algún estribillo melódico, gracias a la voz de Townsend que decide darse un microdescanso entre tanto grito con su voz rasgada, pero esa es la única paz que vamos a encontrar por el momento, porque Oh My Fucking God es posiblemente la más enfermiza de todo el álbum, con un Townsend que masculla sílabas a una velocidad imposible y un final de locura que está entre el Grindcore y el ruido (o las dos cosas). Tal vez la más equilibrada sea Detox, y puede que tal vez sea la mejor del disco. Una primera parte más industrial pero con esos coros tan típicos de bandas como Anthrax, mientras que la segunda parte recuerda más al Groove Metal que tan de moda estaba y que practicaban Pantera y Machine Head, todo ello con ciertas concesiones a la melodía, aunque también enterrada entre capas de mala ostia, realmente mezclar este álbum no debe haber sido fácil.
Home Nucleosis es otra de las cafrerías del álbum, arranca con un blast-beat que la única misión que tiene es desfigurarte de la impresión. Dos minutos y medio de rapidez y de mala leche que se compensan con AAA, algo más tranquila y con un estribillo bastante pegadizo, que a mi parecer cae en la repetición, un pequeño altibajo en el álbum, pero el nivel es muy alto.
Mientras que Underneath The Waves será otro tema que tirará de nuevo por los territorios del Thrash (siempre con esa base de Metal Industrial de la que hablamos), no es tan alocada como algunas de las anteriores, tema que recuerda a bandas que fusionaban o fusionan el Thrash y el Industrial como Nailbomb y Ministry.
Para la recta final dejamos los temás más relajados del disco. Tenemos Room 429, versión de la banda de Rock Industrial Cop Shoot Cop. Esta versión, a parte de aportar tranquilidad tras el enorme torbellino de mala leche que hemos tenido, tiene un aire más exótico, si puede decirse, gracias en gran parte a los sintetizadores que usa. Un tema variado entre tanto caos.
Para acabar encontramos Spirituality, que hace honor a su nombre, un tema tranquilo (comparado con todo lo que hemos pasado) que nos recuerda a los Fear Factory más atmosféricos. Toda una joya y una manera perfecta de finalizar el álbum.
Sin embargo en la edición japonesa y la reedición incluyen otro tema, que ha quedado injustamente olvidado, hablo de Centipede el tema que más suena a Metal Industrial puro y duro, con esa atmósfera futurista que caracteriza al género. Posiblemente este sea el tema más ortodoxo de todo el disco, o el que al menos sigue más respeta los estándares del género. Gran tema y que como todos, merece ser escuchado en abundancia, al igual que el resto de canciones, porque este es un disco redondo, ni un sólo tema malo, tal vez la cierta repetición que he notado en Underneath The Waves, pero como veis, hay que rebuscar muchi para encontrar algo malo, e igual ni lo encontrais, todos los temas tienen un nivel altísimo. No me equivocaría a decir que este es álbum que habrían hecho Ministry hasta arriba de coca y speed, y aún así se quedaría muy cerca, porque le falta ese puntito de locura que lleva a SYL más allá y que los hace tan únicos y temerarios. Unos canadienses que decidieron mearse en los límites, y vaya si lo consiguieron.
Nota: 9'5
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