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jueves, 2 de agosto de 2012

Crítica de discos: Watain - Lawless Darkness (2010)


Posiblemente el mundo del Black Metal sea en el que es más complicado avanzar, pues la banda que sobresale tiene la cabeza prácticamente cortada al instante, gracias al núcleo más duro de fans, que controlan minuciosamente cada banda nueva que sale, como traficantes que vigilan hacia donde se dirige su droga. Puristas les llaman. Algo cuanto menos paradójico en el subgénero del Heavy Metal más prolífico a la  experimentación, pero donde, sin embargo, hemos visto bandas machacadas por cualquier motivo, aunque fuese bastante nimio.
Watain son una de esas bandas que son muy queridas y odiadas. Pasó de ser una banda más, con discos competentes como el Casus Luciferi, a telonear a los míticos Dissection en su gira de regreso. Las críticas no se hicieron esperar, amparadas en ese: "¿como se te ocurre llevar a estos mierdas contigo cuando hay mil bandas mejores?". Seguro que en ese momento habría mil bandas mejores que los suecos, sin embargo, el sector que suele hacer estas críticas tan furibundas, bastante más dotadas de ira que de razón, es el mismo que escupió en la cara de Jon Nödtveidt por hacer el Reinkaos, prácticamente diciéndole a un tío que se ha pasado más de un lustro en prisión cómo debe de hacer su música. Los mismos que no pasan de las demos de una banda porque se ha perdido la esencia. Y aunque todo lo que cuento lo he visto, oído y leído de primera mano, no quiere decir que todo el que sepa de Black Metal, sea un auténtico dictador sobre la música ajena, es más, gracias a todos aquellos que no son así, el Black Metal goza de buena salud creativa.
Pero volviendo a nuestros suecos y al disco que nos ocupa, creo que con esta obra se llevaron por delante a prácticamente a todos los que los tildaban de simple banda oportunista. En otras palabras, con este Lawless Darkess demostraron qué vio el gran Jon Nödtveidt en ellos. No fue casualidad, porque Watain se mostraron como la mejor banda sacada de la escuela de Dissection. Jon no era tonto, y Watain, menos. Si el Sworn To The Dark daba fe de que tenían calidad para suceder a sus maestros, en esta obra directamente han asaltado el trono del Black Metal.
Pocas veces se ven a tíos con las ideas musicales tan claras y que sepan trasladarlas de una manera tan precisa. Esta álbum se pone a la altura de titanes como el Antichrist de Gorgoroth, In The Nightside Eclipse de Emperor, el Transilvanian Hunger de Darkthrone o Those Of The Unlight de Marduk. Muy distintos entre si, pero claves para entender la evolución y variantes de este subgénero musical. Cada uno es hijo de su tiempo, y sería bastante hipócrita que Watain quiesen sonar como sus ídolos en los 90. Para eso ya están dichos discos. Las copias acaban hundidas y olvidadas.
Desde la introducción de Death's Cold Dark ya sabemos que esto es distinto, no tan atronador, ni tan crudo como un disco de Black a la vieja usanza, pero sus riffs respiran maldad desde el primer momento, y más importante, nada más oírlos sabes que estas ante algo distinto.
No hay un solo minuto de relleno en todo el disco, ni un sólo mal riff. No importa que los temas puedan irse fácilmente más allá de los ocho minutos, pues los suecos enlazan todas las piezas de cada tema de tal manera que esos siete, ocho, nueve minutos, fluyen perfectamente a través de los riffs, blast.beats y solos. Y aquí me detengo, porque el trabajo solista de este disco es digno de admiración. No sólo por la cantidad ingente de estos, algo relativamente raro en este subgénero, también por la técnica (da gusto imaginar el trabajo de esos dedos retorciéndose por el mástil) pero sobre todo por el sentimiento que tienen. Tal vez se podría acusar a Pelle Fosberg por usar demasiado el trémolo. Aunque sinceramente, con la intensidad que transmiten dichos solos, creo que el fin justifica los medios. Imposible no escuchar Waters Of Ain y que se te pongan los pelos de punta con semejante himno.
Con estas características, os podréis imaginar que cada tema se toma su tiempo. Desde la directa Reaping Death que desde el primer segundo va a la yugular y solo necesita el primer minuto para partirnos la boca,  pasando por esa instrumental de medio tiempo que es todo belleza y que lleva el nombre del álbum.
Podría citar otro monstruo como es Wolves Curse, de las más completas de toda la obra, las múltiples fases por las que pasa, incluso los nueve minutos de tema dan la sensación de quedarse cortos.
De nuevo un álbum inmenso, del cual hay mil detalles, mil momentos memorables, tantos que es imposible que los abarque en esta reseña, pero sólo puedo decir una cosa. Esta obra maestra es capaz de llevarte a un trance, envolverte con su atmósfera malévola y no soltarte a través de sus miles de riffs.
Desde luego con este Lawless Darkess callaron muchas bocas, demostraron cómo se puede hacer Black Metal más allá de las viejas herramientas de siempre, cómo rendir tributo a tus maestros de una manera en la que ellos se sentirían orgullosos, porque los suecos llevan más allá lo que aprendieron de Bathory, Dissection, Marduk, lo llevan en la sangre, y siempre llevando su identidad bien alta. Un clásico moderno, tiempo al tiempo.

Nota: 9'7

miércoles, 3 de agosto de 2011

Crítica de discos: Demonaz - March Of The Norse (2011)

Tocaba ya otra reseña de álbum, sólo que esta vez es especial, es el primer pedido que concedo en este blog (concretamente de C.G.), y que espero que sean más.
Disco muy adecuado a las circunstancias en las que me encuentro, un tanto perdido por el norte de España, con un paisaje de montes verdes, un tanto idílicos, y sin mi ordenador de mesa, así que poco puedo hacer salvo actualizar este pequeño pozo de inmundicia llamado Aire Frio.
¿Y que mejor que un álbum de Metal Vikingo para estar rodeado entre montañas? Porque la portada este álbum es como un disco de Cannibal Corpse (salvando las enormes diferencias musicales, claro), deja muy claras sus intenciones desde el primer segundo. Con una portada donde muestra a una especie de dios nórdico congelado, y con un título que lo deja todo aún más claro: la marcha de los nórdicos. Si alguien ha hecho ya sus similitudes con Bathory o Tyr, ha dado en el clavo. Porque esto es lo que vamos a encontrar en la media hora que ocupa el álbum, 100% Heavy Metal Vikingo, con todo lo que ello conlleva: épica, coros medievales, letras de fantasía, etc.
Por otro lado, hay cierto detalle que nos revela definitivamente lo que vamos a encontrar. La tipografía de la "banda" es la misma que la de la banda Immortal, y para el que no lo sepa (que espero que sean pocos o ninguno) este es el proyecto en solitario del letrista y ex-guitarrista de Immortal, cuyo apodo responde al nombre de su banda. Ex-guitarrista porque por desgracia, el exceso de práctica con la guitarra dejó al pobre Demonaz con una tendiditis tal que era incapaz de lavarse la cabeza, por ello fue forzosamente relegado al ámbito de las letras en Immortal, dejandonos así sin uno de los mejores guitarristas del ámbito blacker y del panorama metalero en general. Por tanto su vuelta, aunque a las voces, era muy esperada. Y para que vamos a engañarnos, se nota mucho que Demonaz fue co-fundador de Immortal, porque huele a dicha banda por los cuatro costados. Aunque no vamos a encontrar esos riffs ultra veloces ni blast beasts por doquier, como pasaría en un disco de Abbath y compañía. Aquí se parece mucho más a los Immortal más melódicos y épicos, de esos que componen temas como: "Beyond The North Waves" o "In My Kingdom Cold". Aparte, la voz de Demonaz es parecida a la de su compañero de banda, pero sin ser tan desgarrada. Podría decirse que mucho más suave, y por tanto más accesible.
Desde el primer momento, con la introducción de North Hymn, con esa guitarra acústica y los coros masculinos, no necesitamos ser muy avispados para saber lo que nos va a caer. Y cuando se desata todo con All Blackened Sky, las reminiscencias a Immortal son clarísimas, con esos riffs blackers pero pasados por un filtro melódico. Es cuando oímos los coros de fondo y la "suave" voz de Demonaz, recitando una oda a los dioses nórdicos, es cuando nos recuerda totalmente a los suecos de Bathory, que siempre fueron una inspiración, no sólo de Immortal, sino de todo el Black Metal noruego en adelante, solo que aquí se nota quien adoraba más a Quorthon.
En pocas palabras, aquí Demonaz hace lo que le da la gana, que para eso ha reunido a dos colegas (Ice Dale, de Enslaved, otros que tiran por los mismos derroteros, y Armaggeda, batería de I, y primer batería de Immortal, y no, no es casualidad que sean tres en la banda), para divertirse un rato. Vamos, un "yo me lo guiso, yo me lo como".
Tal vez se le puede achacar que acaba siendo un tanto monótono, pues las señas de identidad comentadas antes en All Blackened Sky, podríamos aplicarlas al resto de cortes, pero es que este disco es muy transparente, no hay otra pretensión que hacer un buen disco de metal épico, para complacer tanto a los seguidores del género, como para los que quieran aproximarse a este por primera vez. Podríamos establecer un paralelismo con otras bandas como Bloodbath o Magic Kingdom, donde se reunen músicos expertos en el género, que no tienen la cantidad de actividad de un grupo normal, para hacer un álbum sin demasiadas complicaciones, sin necesidad de experimentos raros, y hacer un álbum respetando el género de forma fiel, algo que de vez en cuando se echa de menos.
La única diferencia es que aquí el alma de la banda es una sóla persona, que está en todo su derecho de hacer lo que le plazca, y para recordarle al mundo, que, de una manera u otra sigue ahí. Y no hace falta mucho más

Nota: 8

domingo, 13 de febrero de 2011

Crítica de discos: Emperor - In The Nightside Eclipse (1994)

Empecemos con una obviedad: a los metaleros por regla general, aceptar lo nuevo nos cuesta mucho, nos choca, si algo transgrede nuestras normas lo lapidamos rápidamente. Somos poco transigentes. Son pocos los que consiguen traspasar barreras sin ser apaleados. Pero claro, para eso debes hacer algo con mucha calidad, algo incontestable.
Hay un subgénero, que destaca especialmente por su intransigencia, su repulsa a lo nuevo. Estamos hablando, como no, del Black Metal. Pero también es cierto que tienen motivos de sobra para ser así de cerrados. Cuando a cualquier persona que sepa un poco de Metal, le preguntes sobre bandas de Black Metal, será inmediato que piense en Dimmu Borgir y Cradle Of Filth. Dos bandas que no son Black Metal, pero ni Black sinfónico, ni melódico ni ostias. Pero lo que nadie puede negar es que, tanto la banda noruega como la inglesa tienen grandes influencias de este subgénero. Incluso en un principio de su carrera ambas hacían un Black Metal mucho más ortodoxo, pero claro, eso sólo fue en sus primerísimos discos, en su etapa de tocar en tugurios de mala muerte. El problema fué que en cuanto se fueron alejando del subgénero, por ende se hicieron más accesibles. Y si sumamos el factor de que ninguno de los dos abandonó la imaginería "blacker" como consecuencia se hicieron famosas como bandas de Black Metal sin serlo. Pero también abrieron la puerta a personas no iniciadas en este ámbito. Lo que cabreó sobremanera a los puristas.
Se suele catalogar a estas bandas de Black Metal Sinfónico, no creo que haga falta el por qué. Sin embargo, en cuanto uno escucha este disco lo entiende todo: qué es el Black Metal sinfónico, por qué Dimmu Borgir y C.O.F. no lo son (ojo, no digo que sean malas bandas ni que hagan malos discos, que quede claro) y el por qué de esta aversión de los puristas.
Emperor fueron los primeros en meter en un disco de Black Metal noruego (con todo lo que ello conlleva: crudeza, dificultad para ser escuchado, letras complejas...) elementos de sinfonía. Bien es cierto que en este álbum de una manera un tanto rudimentaria, donde esta melodía queda en un segundo plano en todo el disco, a veces tapada por completo por el muro de sonido que crean Ihsahn, Samoth, Tchort y Faust. En sus discos posteriores ya equilibrarían más la fórmula, hasta llegar a su último disco, donde perdieron los pocos trazos de Black Metal que les quedaban, quedando como resultado un álbum de Metal sinfónico, brutote, pero sinfónico.
Tal vez sea mejor que este disco sea tan directo, tan crudo, de difícil escucha, sobretodo para el que apenas ha escuchado Black Metal, pero para el que ya tenga los oídos acostumbrados encontrará belleza en este trabajo. No hay nada que esté fuera de lugar, todo es fluido, con numerosos cambios de ritmo y aunque la duración es larga (entre 5 y 6 minutos de media) se puede pasar volando.
El disco empieza con una intro extraña, entre ambiental e industrial, pero una vez acaba se desata la tormenta con Into The Infinity Of Thoughts, que empieza siendo la típica canción blackmetalera, con blast-beast, guitarras machaconas y gritos, pero ya podemos intuir algo distinto... !podemos encontrar melodía en los riffs! y poco tardan en aparecer esos coros "celestiales" que están presentes en todo el album (aunque no en todos los momentos, obviamente). Lo bueno de que dure 8 minuntos (es la más larga del album) es que da tiempo a hacer de todo en la canción, tenemos partes más bestias, otras partes sinfónicas, es decir, tiene variedad suficiente para no aburrir.
The Burning Shadows Of Silence es un huracán de Black Metal auténtico, donde realmente todo lo que no sea guitarra, batería, bajo y voz de esta canción está de más, porque no da ni un solo respiro hasta que se acaba, un muro sónico a tu cabeza, continuo, posiblemente sea la más bestia del álbum. Digamos que en Cosmic Keys To My Recreations And Times se compensa un poco la balanza, y la melodía está un poco más presente, digo un poco, porque Ihsahn sigue pegando esos chillidos tan tremendos.
En Beyond The Great Vast Forest y Towards The Pantheon tenemos más presencia de teclados que en sus predecesoras, incluso la 2ª cuenta con un intro muy tranquila, que es el único descanso en todo el album. Pero la tranquilidad dura muy poco y los blast-beats y demás brutalidades vuelven a hacer acto de presencia. Como dije antes, las melodías apenas amortiguan la crudeza del trabajo.
La más "tranquila" de todo el album la encontramos con The Majesty Of The Night, que aunque al principio parezca muy directa, tiene una agradable sorpresa, todo un acierto en el álbum. Para empezar, encontramos durante poco tiempo guitarras acústicas, y un pequeño pasaje bastante calmado, donde abundan los riffs melódicos, los violines y los coros, incluso tenemos un pasaje narrado (si, en voz limpia) que tanto gustará a las bandas que años después recogerán (algunos con más o menos fortuna) el legado de Emperor.
Pero lo mejor está por llegar. Dos aunténticos himnos del Black Metal: I Am The Black Wizards e Inno A Satana.
La primera es una progresión absoluta, va pasando de una atmósfera a otra, puede que esté lejos de ser la más rápida del album, pero no importa, así se aprecian mejor los riffs que tiene (bastante "audibles", no sé si se me entiende) y si añadimos esos coros acompañando a las guitarras....
Pero llegamos a Inno A Satana, que como su nombre indica, es todo un himno, es practicamente prefecta. Desde el pequeño solo de batería, pasando por los estribillos a dos voces, esos riffs épicos, porque no hay otra palabra para describirlo, y sobretodo cuando se hace un brevísimo silencio, aparece una guitarra "malévola" y es entonces cuando de desata el caos absoluto, hasta el final. Solo por este tema vale la pena escuchar todo el disco.
La reedición de este álbum contiene dos canciones extra: A Fine Day To Die, versión de Bathory y Gypsy de Mercyful Fate. Que demuestran que a Emperor no se dan nada mal las versiones. Especialmente memorable es la primera, que es tan buena como la original, con esa larga introducción totalmente acústica que seguro gustará a muchos, y sobretodo el pedazo de solo que se marcan. 100% recomendada esta versión.
Sin embargo, con Gypsy considero que no han estado muy acertados, aunque también parece que el objetivo de la versión no era añadir mucha seriedad precisamente...
Parece mentira que una banda que a punto estuvo de no existir pues un par de añitos antes, el miembro de Emperor que no estaba encarcelado por la quema de iglesias, lo estaba por agresiones, y sin embargo son capaces de parir este album con tanta elegancia, tanta belleza.

Nota: 9