Pero lo más llamativo de este disco, superando incluso al aspecto musical es el cantante con el que contaron para este proyecto paralelo. Nada más y nada menos que Ian Gillan, que en una de sus salidas de Black Sabbath decidió meterse en este experimento. A pesar del rumor que dice que vomitó tras oir la mezcla final del disco, el experimento salió bastante bien, es más, es la voz de Gillan la que le da ese toque especial al álbum.
Gracias a eso tenemos un disco que recuerda tanto a Black Sabbath como a Deep Purple, como si tuviésemos a unos Black Sabbath que tiran más al blues y a unos Deep Purple bastante oscurecidos. Aquí está el encanto de este disco, en que escuchamos a dos bandas distintas a la vez.
Se nota la mano de Gillan en temas Digital Bitch o Hot Line, temas de la vieja escuela, del Hard Rock/Blues que hizo tan famosos a los del púrpura oscuro y donde Ian se mueve como pez en el agua. Aunque lo interesante no está en estos temas, sino en Zero The Hero (de la cual Cannibal Corspe hizo una excelente versión) o Trashed, con esa oscuridad propia de Iommi y compañía y donde esperamos oir a Ozzy o a Dio, con lo que la sensación de sorpresa es aún mayor, porque si alguien piensa que Iommi y Gillan no eran compatibles, está muy equivocado, y eso que aún no le hemos metido mano a la joya del álbum.
Porque este tema representa perfectamente lo bizarro y desconcertante del álbum, hablo de Disturbing The Priest, el corte más extraño de toda la obra, oir a Gillan gritando como un loco acompañado de una base rítmica que parece que se rompe continuamente para volver a seguir es bastante curioso, por no hablar de la letra, explícitamente ocultista y muy crítica con la religión, algo que no es extraño en Black Sabbath, aún así, sique siendo un tema extraño.
Para rematar en el álbum tenemos dos intros: The Dark, que prelude a Zero The Hero, y Stonehenge, una intro ambiental tan desconcertante como la canción a la que precede y de la cual acabo de hablar, y que además recuerda a cierta escena de cierta película....
Mucho se habló sobre este disco, generalmente para mal, las críticas fueron principalmente a la colaboración Iommi-Gillan, pero esto no es Black Sabbath, ni debe ser juzgado como tal, es más, hay que tener la mente abierta para disfrutar de esta extraña obra. Creo que precisamente era lo que necesitaban estos ingleses, un nuevo desafío compositivo, sin verse en las ataduras que supone una banda ya consagrada. Lástima que ni la discográfica ni ciertos sectores supieran verlo así.
Nota: 8,5
THX!
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