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viernes, 27 de abril de 2012
Crítica de discos: Machine Head - Burn My Eyes (1994)
Más que a muchos les duela reconocerlo el Thrash Metal estuvo muerto durante mucho tiempo, y esta nueva ola, no es más que una moda pasajera, que decaerá de nuevo, y se repetirá el circulo. Ciclo de vida, todos los géneros han tenido su momento de apogeo, de decadencia y resurgimiento. También está pasando con el Death Metal, y últimamente, por lo que estoy oyendo con el Stoner. En cualquier caso, parece que a cualquier seguidor del género le ofenderá que le digas que su música pueda caer en el ostracismo.
Puede parecer que tiro piedras contra mi propio tejado, porque nunca he escondido que mi subgénero favorito es el Death Metal, aunque soy plenamente consciente de que mi subgénero predilecto no siempre estará con un estado de salud óptimo, también se sacar algo positivo de estas.
Primero porque te permite quitar mucha morralla de la mesa, y segundo porque obliga a los artistas a innovar, y puede que sea por esta necesidad por la cual salen cosas tan genuinas como esta.
Años 90, Pantera surgen prácticamente de la nada y sorprenden a todo el mundo con un sonido grave y machacón, que casi de inmediato crea escuela. Incluso los propios Sepultura se impregnan de la nueva moda con su Chaos AD, aunque con ingredientes (tribales) propios. Y he aquí uno de los coetáneos de los texanos.
Irónicamente, y aunque pueda parecer mentira hoy día, Machine Head tardaron mucho en ser aceptados en su propio país, y donde realmente tuvieron un éxito considerable con este disco fue en Europa, en América, hasta que no dieron a luz a The Burning Red, mucho más acorde con el movimiento del Nu-Metal que movía millones en el país de la libertad.
Y sacando un poco de pecho, podemos decir que en el viejo continente siempre hemos sido más exigentes, pero también sabemos apreciar mejor lo bueno. Estos son los Machine Head más auténticos, sin tantas complicaciones como en sus últimas obras, excelentes, todo sea dicho, pero completamente alejadas del núcleo de lo que son Machine Head. Temas directos, contundentes, y machacones. Groove Metal puro y duro, aunque con ciertas influencias que le dan ese toque particular. Y como no, mucha crítica política y social en prácticamente todas las letras. Un hijo de su tiempo...
El disco comienza con el que, por méritos propios, se ha convertido en el himno de la banda: Davidian. Una introducción de batería demoledora, y unos riffs cortantes nos enseñan que lo que viene es distinto, ya no es Thrash, es un monstruo diferente. La voz de Flynn no es gutural, pero si muy grave. Nada que ver con las chillonas voces de la Bay Area. ¿Que nos llama la atención? Esa base rítmica tan contundente, que no se concentra excesivamente en los solos (que haber, haylos) y que nos aplasta los oídos. Para finalizar el tema, una sección final de Slam, que ataca incisivamente, una y otra vez y nos mantiene pegados al suelo. Para el recuerdo queda esa frase en los estribillos, donde la solitaria voz de Flynn nos grita "Let the freedom ring with a shotgun blast". Primera puñalada a la América que adora las armas y ha permitido que se produzcan masacres como la de los davidianos.
Old es aún más contundente si cabe, con una pesada base rítmica que abre la canción y enseguida abre paso a los riffs de Logan Mader y Robb Flynn. Incluso con lo abrasiva que es, consigue que el estribillo se te quede pegado en la mente. Su sucesora, A Thousand Lies, es una de las más completas de todo el disco, desde el ritmo lento y pausado al principio, de pronto mete el acelerador y vuelve a convertirse en un martillo pilón para los oídos. Y cuando pensamos que el tema no da para mucho más, de nuevo otro golpe de efecto y Machine Head demuestran donde están sus raíces, para, acto seguido, volver a destrozarnos con ese ritmo aplastante.
Un tanto extraña es None But My Own, uno de los temas más oscuros del disco (y ya es decir, porque el álbum ya es muy negativo de por si....), donde se entrecruzan las influencias de los Alice In Chains, con ese inicio tan decadente, con un Groove ralentizado, y una parte final apoteósica donde parece que, de nuevo, volvemos a la vieja escuela de San Francisco.
The Rage To Overcome y Death Church siguen el mismo camino, contundentes y muy oscuras, la 2ª incluso tiene ciertas influencias industriales, por ese sample que usa al principio del tema, y lo repetitivo que se hace el tema, conscientemente, claro.
Hemos hecho referencia varias veces a las influencias de la vieja escuela thrasher que tienen los de Oackland, pero no podemos obviar que MH le deben mucho al Hardcore americano, como así lo atestiguan la parte final (e inesperada) de A Nation On Fire y la que supone un homenaje en toda regla, Blood For Blood.
Para casi el final, y darnos un respiro ante tanta contundencia, llega la semi-balada suicida, I'm Your God Now, que supone toda una grata sorpresa. Cabría pensar que no pega nada con el disco, que estaría desentonada... pero nada más lejos de la realidad, encaja perfectamente con el tono negativo del disco.
La parte final no baja el ritmo, con la corta instrumental Real Eyes, Realize, Real Lies. Este juego de palabras funciona perfectamente si prestamos atención a los samplers utilizados, más crítica social contra las mentiras de los dirigentes. Tema muy manido, si, pero que bien les queda....
Block supone el cierre perfecto para el disco, un tema más "animado" en comparación con la oscuridad tan densa que hemos tenido en los temas anteriores. Más parecido a Davidian y Old, con un estribillo que fácilmente se queda grabado en tu cabeza.
Con este álbum Machine Head darían la sorpresa, metiéndose en prácticamente todos los festivales europeos, de renombre, Monsters Of Rock, Dynamo Open Air... y teniendo el privilegio de telonear a Slayer.
Sus deslices con The Burning Red y Supercharger les costaron muy caro, lo que hace que todavía hoy, muchos sigan despreciandolos por aquellas obras, a pesar del tiempo transcurrido. Pero Burn My Eyes es distinto, es anterior a todo eso, son los Machine Head en estado puro, cuando era solo agresión pura y dura, y muy cabreada con el mundo.
Nota: 9'5
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