Es
indudable que lo primero que llama la atención de esta banda es su bizarro
nombre. No conozco ninguna otra que tenga su nombre medio en latín medio en
inglés. Así el Proyecto Odio 1999 (por si no sabíais lo que era MCMXCIX) ofrece
una música tan inusual como su nombre.
Sólo
tenemos seis temas, de muy larga duración eso sí, porque ninguna baja de los
nueve minutos, y lo normal es ver temas de once, doce minutos, que pueden
hacerse largos para el oído no entrenado. Y lo cierto es que gracias a la larga
duración de los temas podemos encontrar en ellos muchísimos elementos y
llevarnos más de una sorpresa. En pocas palabras, con temas de cuatro o cinco
minutos, el efecto no habría sido el mismo ni de lejos.
Lo
primero que nos puede llamar la atención desde la apertura del disco con Iesus Nazarenus, Servus Mei, es la alternancia entre la voz
femenina limpia de Ruby Roque y la voz chillona o cavernosa (según toque) de
Jörgen Sandström. Este juego de "La bella y la bestia" no es nuevo,
claro está, sólo que aquí no encontramos un ritmo lento, ni violines, ni ningún
elemento del Metal Gótico que impulsó esta técnica. En lugar de eso encontramos
una base rítmica muy potente y muy bestia, se podría decir que es el juego que
inventaron los Theatre Of Tragedy allá por el 95 sólo que llevado al extremo.
Pero es
que eso es de lo más normal que vamos a encontrar, la alternancia de voces ya
está muy vista, lo que no está tan visto es que repentinamente un tema de Death
Metal convencional derive en un interludio de música electrónica, y sin
transición ni tonterías, a “palo seco” como suele decirse. Por poner un
ejemplo, en Summonic Majestic
War tenemos un largo pasaje
de música electrónica, si, de ese que hacen los DJ, suena muy raro, pero es
cierto, hasta que vuelve de nuevo el riff, que nos lleva a terrenos más
conocidos, para acabar con elementos orquestrales, todo ello en el mismo tema,
y sí, estos elementos orquestrales se repetirán más veces y vendrán sin previo
aviso. Esta es la gran baza del disco, el enorme contraste que puede haber
entre varias partes seguidas y la escasa o nula transición entre estas. Otra
muestra de esta transición tan radical es The
Serpent Crowning Ritual, que alterna entre partes tranquilas y furiosas,
hasta llegar a un interludio de piano, de ahí a uno ambiental, que sin darnos
cuenta deriva en toda una demostración de Death Metal sueco de la vieja
escuela.
Podría
nombrar también el principio majestuoso de Bring
Forth Purgatory, y como deriva en otra monstruosidad de tema, o cómo
encontramos en este mismo tema riffs inspirados en el Black Metal noruego.
Insisto, los temas son largos, pero no se conciben de otra manera que no sea
así, por eso se pueden permitir el lujo de meter en cada corte lo que les
plazca, en un auténtica ejercicio de creatividad. Y podría seguir diciendo
muchísimas más sorpresas y elementos extraños en cada tema, que me darían para
escribir mucho más. Pero prefiero no fastidiarlo y que sea cada uno el que se
adentre en el disco y se asombre por sí mismo.
Es un
disco que requiere su tiempo, debido a la larga duración de cada canción, que,
como he dicho, puede saturar al que no esté muy metido en el Heavy Metal menos
convencional. En el caso de que queráis escuchar algo nuevo, The Project Hate
es todo vuestro.
Para que
luego digan que el Metal extremo es cerrado de miras.
Nota: 9
Gracias :)Ruby Roque :)
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