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sábado, 29 de junio de 2013

Dødheimsgard - 666 International (1999)


Lo malo (o lo bueno) del Metal Extremo, es que es tan amplio que hay muchas joyas que se pierden en la inmensidad de discos publicados cada mes, cada día. Obras que ni siquiera tienen el privilegio de ser odiadas y conseguir un poco de publicidad gratuita. No, ese lujo se ha perdido, y no es hasta años más tarde cuando estas obras empiezan a ser valoradas (para bien o mal) como se merecen.

No era más que un niño cuando este disco salió, pero con tan solo mirar el contexto en el que se sitúa, no hace falta ser muy listo para saber que el 90% del público, entonces, no hizo a los noruegos ni el más mínimo caso... salvo en un sector muy concreto, el de los puristas del Black Metal, que consideraban a Dødheimsgard una banda respetable, con dos obras bastante notables como son el Kronet til Konge y el Monumental Possession (de hecho Watain hizo una versión del When Heaven's End) y que supongo que se levantarían en armas con un cambio de estilo que fue relativamente brusco, con un EP que anticipaba lo que estaba por ahí. Aún así, eran tiempos en los que lo habitual era ver batallas mediáticas entre Dimmu Borgir y Cradle Of Filth, que se llevaron (casi como hoy día) todos los focos de atención y bilis. No había tiempo casi, para odiar a estos noruegos cansados de la ortodoxia del Black Metal. Tal vez por eso, Dødheimsgard no han tenido en muchos años la reputación que se merecían.
Yendo al disco en si, solo se puede calificar de una manera: locura. Como unos Thorns pasados de coca. Si el proyecto unipersonal procedente del paisano Snorre W. Ruch (por poner el referente más cercano), es un Black Industrial preciso, frío, ambiental y con un cierto aire de elegancia incluso, Dødheimsgard deciden pasarse todas las normas escritas por el forro y se dedican a crear esta música imprevisible y caótica, donde nunca sabes por donde van a ir los tiros. Etiquetarlos, por supuesto es una ardua tarea.
Con tan solo el primer corte, Shiva Interfere les basta y sobra para dejarnos totalmente fuera de juego. Unos cuantos golpes de piano, que parecen tocados por alguien que lo único que quiere es molestar, para ser sustituido por un blast beat y un riff 100% noruegos pero donde la saturación va pareja a la distorsión (la producción del disco, un elemento que juega un papel clave). Después, y sin previo aviso, la furia se desvanece en una base musical entre lo ambiental y lo industrial, con la peculiar voz limpia de Aldrahn de acompañamiento, para después proporcionarnos una vuelta a riffs más duros y cortantes, más los cambios de ritmo que hacen que nos preguntemos si hemos cambiado de tema sin darnos cuenta.
"Menos mal" que Ion Storm es más directa, en los estándares del Black Industrial, aunque con estos chicos... nada es seguro...
Y es que la tónica del álbum son las sorpresas, una tras otra. Los interludios de piano más propios de un club de Jazz, los temas que mudan con una facilidad asombrosa, los cambios de ritmos bruscos pero tremendamente efectivos y, en definitiva, la cantidad de recursos que usan o capaces son de usar. El principio de Final Conquest tiene incluso un toque épico, rememorando a los añorados Emperor, con esos teclados usados de manera muy efectiva, o Sonar Bliss, que se debate entre el cafrerío y la mala leche pura y ura, y momentos musicalmente inclasificables. Detalles que, en definitiva, por separado no pegarían nada y son impensables, pero que, sin embargo, se las arreglan para que todo el conjunto fluya y quede todo de un modo perfecto.
Ante todo, y por si no ha quedado suficientemente claro, no es un disco fácil de digerir, ni de diseccionar, como he intentado desde aquí, en ofrecer unas breves pinceladas y que aún así, para quien no conozca esta obra maestra del Metal Experimental, seguirá sin saber qué encontrar. Incluso yo, después de tantos repasos a las canciones, sigo asombrándome y siendo pillado desprevenido por estos noruegos, que, sinceramente no se que tomaron o dejaron de tomar en la grabación del trabajo.
A día de hoy, pocos han sido los privilegiados que han llegado al nivel de locura de este 666 International, porque desde luego, ardua tarea es. Un último consejo, mejor escuchar esta obra libre de prejuicios, a no ser que queramos salir apaleados por la puerta de atrás. Estáis avisados.

Nota: 9'5

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