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martes, 1 de enero de 2013

Mark Knopfler - Privateering (2012)


Menuda entrada extraña para comenzar el año, no solo de Grindcore vive el hombre, aunque en este caso las culpas hay que echárselas a mi amigo Horacio, que me pidió este encargo (aunque fiel a la tradición, cumplo con algo de retraso). Así que aprovecho para decir que si queréis que reseñe algún disco en particular, podéis hacerlo por comentarios o bien el correo que hay a vuestra izquierda (eso sí, no prometo nada sobre el tiempo...)
Tras esta breve introducción, pasemos a reseñar el álbum en sí, que hace preguntarme algunas cosas. ¿El objetivo de Knopfler era librarse del sonido Straits, era seguir demostrando que puede hacer cosas distintas a su faceta más conocida, o volver a sus raíces?
Lo más acertado es decir que un poco de todo, y en cuanto a lo primero, se ha alejado del sonido, pero las referencias a la banda madre son inevitables. Aunque no es el rock animado de los Straits, sino un ente muy distinto, compuesto de mucho Blues, Folk, y algo de Country, pero es que en ciertos detalles nos viene a la cabeza el sonido de los británicos. Ojo, no estoy diciendo que suenan bastante o son idénticos, o directamente me digáis que he mentido porque a simple vista no se parece en nada. Me refiero a fragmentos, a pequeños momentos, algún punteo, algún ritmo que nos indicar que Knopfler, en el fondo es el mismo de siempre.
Aunque la idea que nos debe quedar ante todo es que el guitarrista ha hecho lo que le daba la gana, lo que a el le gustaba, que al fin y al cabo para esto sirven los proyectos en solitario. En cuanto a que sea un CD doble, responde simplemente a que todo el material compuesto es superior a los 77 minutos simplemente. No es que en cada parte nos ofrezca lados completamente opuesto, como ocurre en otros casos, véase el álbum en solitario de Andreas Kisser. Aquí no es ni más ni menos que un gran de 90 minutos.
Así que, como previamente he comentado, Mark se dedica a explorar sus orígenes musicales, lo que al fin y al cabo acabó derivando en su banda más famosa. Como si la desmontásemos y presentáramos las piezas que la componían.
No es desde luego el álbum más sorprendente del año, y desde luego conociendo un poco al guitarrista, no era muy difícil prever por donde iban a ir los tiros, y no necesitamos más de tres canciones para comprobarlo. El tema que abre el primer disco, Redbull Tree muestra su lado más minimalista, un acústico bastante calmado que nos conduce a Haul Away, con un aura completamente Folk y que no habría quedado desentonada en la banda sonora de El Hobbit. Para el siguiente tema, de nuevo otro cambio de tercio, y es que a Don't Forget Your Hat lo único que le falta es el negro para sonar más blues aún. La verdad es que Knopfler es de los poco que con su trayectoria, se puede permitir estos fusilamientos de géneros. Mientras que el tema homónimo, que fue usado como adelanto unas semanas antes, huele a sureño que da gusto. Uno de los temas más alegres del disco, sin duda alguna.
Cuando hablaba de pequeñas similitudes con la antigua banda del guitarrista, no iba mal encaminado, aunque seguro que el inicio de Corned Beef City sacará una sonrisa a los fans de la banda. No se si lo habrá hecho conscientemente o "le habrá salido así", pero desde luego es el tema que más suena a los Straits, sin paliativos, sin quedarse en los detalles. Incluso tenemos tiempo para una balada con Go, Love. Parece que Knopfler intenta abarcar la mayor cantidad de palos posibles.
Esto tiene dos lecturas, una positiva y una negativa. Si lo miramos por el lado bueno, se demuestra que las inquietudes del músico siguen intactas y que se divierte jugando con los distintos géneros y los diversos instrumentos (guitarra, bajo, piano, armónica...). Por el malo, es que más que una sola obra, por la poca cohesión entre temas, da la sensación de que nos encontramos ante una compilación, que ha cogido todo lo que había hecho en todo este tiempo y lo ha puesto tal cual en el álbum, sin órden alguno. Esto habría tenido solución agrupando los temas similares entre sí. Por ejemplo, haber puesto juntos Got To Have Something, con Privateering y I Use To Could, con sus toques sureños, y más adelante el lado blues, como Bluebird, Hot Or What... Una agrupación por géneros que ayudaría a paliar esa sensación de estar oyendo trozos de distintas obras. Eso sí, Knofler demuestra que todo lo que hace se le da muy bien, está cómodo, no se mete en donde no sabe y no arriesga demasiado. Con coherencia o no, da gusto escucharlo y da absolutamente igual que suene o no a Dire Straits.
El escoces lleva muchas décadas en la música, y tras este Privateering creo que aún le queda cuerda para rato, y además haciendo lo que le da la gana, que no todos se lo pueden permitir.

Nota: 8'3

2 comentarios:

  1. Es un disco con momentos musicales realmente bellos.Sin llegar a la excelencia de sus mejores años de Dire Straits,el nivel de Knopfler sigue siendo francamente bueno.De notable alto.

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  2. Knopfler te sosiega, te deja en un estado de agradable letargo transportándote a la vez a las historias que nos narra entre susurros, delicadeza y pulcritud. Se caracteriza el genio escocés por su falta de estridencias, por su dominio preciso de la guitarra, por su voz profunda y por su habilidad literaria.

    Altamente recomendable el disco. Sin duda se convertirá en uno de sus puntales.

    Comparto tu crítica en lo relativo a la falta de cohesión del disco. Es verdad que te lleva dando tumbos de las Highlands escocesas al Mississippi americano pero quizás es intencionado. Te lleva continuamente de la costa este a la costa oeste del Atlántico en un símil de lo que podía ser su vida.

    Por si te apetece leer mi crítica te dejo el enlace a mi blog http://booksymusic.blogspot.com.es/

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